SIPNOSIS:
“No enfrentes al enemigo hasta que no estés en igualdad de condiciones “. Fue lo último que me dijo mi padre antes, de que la luz se apagase en su mirada…
Tres hechos marcaron mi destino:
1984, un pueblo castellano de ideas férreas que serán, caldo de cultivo para perpetuar tradiciones y conductas machistas y una partida donde, se deciden las reglas del juego….
Un hombre poderoso e invisible que actúa en la sombra ejecutando su plan siniestro, en elentorno más inmediato. Un enemigo cruel, celoso y despiadado que seguirá mis pasos hasta el confín del mundo con tal de alzarse con la victoria…
Y una familia de fachada casi feliz pero, que en las profundidades del conocimiento esconde un pasado maldito junto, con un oscuro secreto que les une a un antepasado en 1868..
Yo soy: Candela Monforte y bajaré al infierno si es necesario para encontrar a mis enemigos y demostrar su existencia.. Está es mi historia inverosímil pero, real
CAPÍTULO 1
—¡O muerta, presa o prostituta! Pero ¡Libre, no! Es lo que dicen las cartas, el destino que la dejamos, y el único que la queda, porque ¡marido no quiere!
—¡Mira Genaro! Sé que esperas ansioso su rendición, los demás ¡también!, porque todos hemos invertido tiempo y esfuerzo en la proeza. En un principio parecía fácil; así lo dijiste, pero no hay forma de que entre en razón, ha sido imposible hasta ahora que regrese al pueblo, aunque sea, la única salida airosa que la exonere de tanta rebelión como lleva a cuestas..
Y la partida comenzaba como las de antaño, ..con el órdago somnoliento, el puro mordido entre los dientes y escupiendo humo a la vez, impregnado el ambiente con ese olor a coñac gastado que deja recalentado el aliento…
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Cuando despertó mi fuerza, explotó en mí como una burbuja inmensa; llevaba dormida por años al amparo, o a la espera de algún milagro que al final si llegó. Lo noté físicamente, cómo una sacudida, cómo el que enciende un interruptor y la energía se conecta; ahora no hay forma de cortar la corriente.
Se vino arriba (la fuerza) como ganglios inflamados, y mi madre, ¡Ay mi madre! Se echaba las manos a la cabeza. Ella, tan de sí y no, tan de disimulo, tan de teatro y de ser buena, ¡Muy buena!—diría yo, en su trabajo arquitectónico de domarme. En un ¡tris! Se le cayó el monumento si es que alguna vez estuvo recio.
—¿Y ahora para qué? ¡A estas alturas! —Se decía, porque yo, tenía una edad para eso de dar el salto, y todo ello después de pasarse noches enteras rezando a San Antonio Bendito, del que fue devota hasta el final de sus días—¡Que a esta criatura no se le despierte nunca la fuerza! ¡Es más, que no se le despierte jamás!
Y se tomó a pecho el empeño donde, se armaba de valentía con zapatilla en mano o, castigo tras castigo, me mantenía confinada en mi habitación pensando que así me ganaba la partida porque exhausta de tanto llorar, optaba por el silencio derrotado. ¡Eso si! No sin antes haber dado una buena serenata, que ponía al vecindario con el alma en vilo.—Mujer, déjala salir, es una cría (Esa mi tía preferida que subía muy de vez en cuando a lidiar nuestros desencuentros).
Esa yo, porque ella no cejaba en su firme propósito. Pero no todo era negativo; después de tanto castigo y tardes encerrada, vi la forma de resarcir tanto mal y fui pillando el gusto a esto de las letras donde, me sedujo ese olor a papel rancio, brotándome un amor literario sin igual.
Comencé a devorar libros a escondidas, el caso era, adentrarme en las miles de aventuras que mis ojos contemplaban.
Poco duró la alegría en casa del Señor; (como diría el refrán), mi madre se dio cuenta y de lo que parecía un castigo, ya no lo era, ni odisea, ni drama, es más, como niña que era accedía sin rechistar.
—¿La habré domado ya?—Se dijo. Y de esa forma traicionera tan suya, abrió la puerta de la habitación, lo hizo con tal brio, que del susto, se cayó el libro al suelo y no pude negar la evidencia.
Ella, que se moría por que accediera sometida y ayudara sin rechistar en su quehaceres de bayeta y estropajo (el destino que aspiraba para mí) o ir a buscar la leche de buen grado a casa del abuelo, ¡sin protestas! Condición esencial.
( El del burro) como yo le bauticé, fue un apodo de mi invención, por los sentimientos contradictorios que despertaba. Esa era mi otra guerra…
Le veía pasearse encima de un burro, que babeaba mas espuma que otra cosa, en su esfuerzo belicoso de mover un cuerpo tan seboso y desagradable. Me había cerrado en banda con él, fue a raíz de un acontecimiento que surgió una tarde de primavera y que rompió en mil añicos mi inocencia; sabido cazador que era, supo que más tarde o más temprano la presa acudiría a la cita. Por eso, y por mil razones que solo yo conocía, la negativa de volver a esa casa, seguía siendo rotunda….
Mi madre seguía a lo suyo, e ilusa en sus ruegos ¡Claro estaba! Porque yo no daba ningún síntoma de haber cambiado o ceder en mi empeño, de dar mi brazo a torcer, seguía “erre” que “erre” y tenía mi interior que bien parecía un volcán a punto de erupción.
Y cómo años más tarde apareció la fuerza al conocer a ese hombre, de aspecto de romperme la crisma, con ese aspecto, verlo hablar ¡Dios mío! Con esa presencia y esos ojos embaucadores, me fui derecha al trampolín. ¡Sí! Me lo pensé dos veces, no mucho más, porque el aliento se me cortaba si él estaba cerca y es que, el enamoramiento me llegó tarde y cuando menos pensaba nadie, incluida yo misma.
Antes de salir, en la línea de salida todos chillaban en alto, todos tenían algo que decir,, sus lloros, quejas y sus prejuicios..—¡No dejes a tu marido!—¡No te vayas del pueblo! —¡ No lo hagas, piensa en tu hijo! Con lo que tienes preparado no aguantarás…
—¡Anda! ¿Y que tengo preparado?..-Nadie contestaba.
Por supuesto, pensé en mi hijo, en mí y nuestro porvenir y salté..
Y ellos cumplieron su plan…
Por eso, mi alma grita; no me dejo achantar porque la lucha sigue abierta en una guerra que no tiene un final inmediato. Sigo así, por defender con dignidad lo que me arrebataron con tanta locura…
Hoy comienzo de 0, en este KM donde me tirita el cuerpo, en esta cafetería de Madrid con olor a letras que invitan a cargar de tinta mi pluma y escribir en la hoja en blanco. Miro la calle a través del amplio ventanal; no llueve, jarrea y no cae agua, caen pensamientos inciertos donde, la nostalgia se cuela en una ranura de infelicidad que encuentra y me dejo llevar, por el suculento aroma de una buena narración…
CAPÍTULO 2
Y CUYO NOMBRE…
Y el silencio sigue impermeable a la verdad…
Basta saber cómo empezó todo. Una conspiración encubierta en un bar mojada, en vino, puros y cartas.
Míralos haciendo justicia de lo que avergüenza mientras, suenan las campanas y no saben por quién redoblan.
El olor se extendía a lo ancho de aquellas tierras que enamoran el alma, dejando impregnado el ambiente a madera, tomillo y romero. Era el pueblo castellano cuyo nombre no quiero recordar; el sitio que me vio nacer y donde se fraguó la contienda para hacerme retroceder en mis intenciones.
Parecía que ese olor característico iba a limpiar el ambiente de frases construidas a base de una verdad defendida en base a cobardía.
Es como esas tragedias construidas en la historia donde, se cuece y se mastica entre las palabras de unos cuántos. Los mismos, que sienten que son poseedores de una verdad absoluta y tejen, una red planificada donde hagan caer a sus víctimas. ¡Aquellas que se sublevan a una tradición impuesta!.
Después de los años transcurridos, el hermetismo seguía siendo absoluto de unos ideales impuestos a fuego. Y la partida de antaño sin finalizar; no había victoriosos, ni vencidos, se encontraba en un impasse pero, cómo en cualquier guerra, nadie sale indemne.
Todo comenzó con ella, una mujer con raíces castellanas, valiente, osada y con el coraje dispuesto con espada en mano para plantar cara y hacer de su vida algo digno. Lejos de sumarse a una tradición impuesta, se sublevaba a quienes se empeñaban en dejarla perpetua. Que si las mujeres aqui, las mujeres allá y ella ¡Que no!.
Al principio un juego, una manera, la conspiración, un tablero, piezas de ajedrez, un rey y un jaque…
—¿Jaque al rey o a ella?
—A ella, más bien.
Bien podría tratarse de un juego, pero ambos sabían que no lo era; como tampoco se trataba de un simple tablero de ajedrez. Las piezas se encontraban al acecho, con unas reglas de juego amañadas, los dos bandos esperando el momento, disimulando el ímpetu de hacer el último movimiento que diese, el jaque definitivo al enemigo y por finalizada la partida. Lógico, que ambos contrincantes esperasen con impaciencia cualquier error del contrario para alzarse con la victoria. ¿Un pulso al aire? ¿Una lucha a muerte?… Quién sabe…
Candela, a base de haber vivido lo inimaginable durante los años que duró la contienda sabía, que no iba a ser fácil, ni limpio, ni de cara, ni de frente sería, cómo ese juego aparente que no dejaba ni huellas, ni pisadas, ni rastro. Toda presencia se esfumaba por arte de magia dejándola sumida, en la más absoluta indefensión e impotencia y por hacer imposible su defensa y de esa forma demostrar el daño vertido contra ella.
A esto había que sumar en las condiciones en las que se hallaba el tablero: vacío de piezas en el bando de ella, vacío para establecer un plan, una estrategia…
Una a una fueron cayendo o bien pasadas al bando contrario, por lo que dependía sólo de su fuerza, inteligencia, tiempo y resistencia.
De antemano sabía que la batalla prometía mucha concentración, pero más prometía la recompensa; no se trataba de venganza, si no de justicia, de restablecer su honor perdido y lo más importante: recuperar el cariño y respeto de su hijo.
Sobre todo se lo debía a quienes apostaron fuerte por ella.., Y a ella misma…
Era llegar a la verdad, de enfrentarse cara a cara con los enemigos invisibles, con los cobardes, con ese pasado que volvía y clamaba en alto resarcir el daño causado.
De esa forma comenzaría una nueva vida, con cicatrices pero, con la mirada firme, osada, valiente y sobre todo con la cabeza muy alta, en honor a cuantos cayeron por ella….
Piluchi González S
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