Cruce de inocencias
Era un koala suave y esponjoso, de los que apetece acariciar continuamente. Le atusó el pelaje gris sintético y se lo acercó al rostro, con cara de felicidad —Es muy suave y amoroso —comentó con envidia. —Déjamelo acariciar un rato —le pidió a la niña de once años sentada junto a ella en el sofá. Los Reyes...