De cuando la inocencia se marchó y llegó el amor.
La escuela siempre me resultó un refugio apacible, un remanso de pequeñas alegrías, aunque confieso que esa atracción emergió con auténtica intensidad al completar el segundo grado. Fue en el tercero, en una escuela recién inaugurada, cuando todo asumió un cariz distinto. La edificación, todavía perfumada con el aroma de lo nuevo, se convirtió en...