No lo volvere hacer.

—¿Cuándo la perdiste? —me preguntó con sus últimas palabras.

¿Fue cuando asesiné a mi madre? ¿O cuando me uní a esta organización? No podía sacar esa pregunta de mi cabeza.

¿Cuándo se cortó el lazo que me unía? Debe haber sido antes.

—Entonces, ¿en qué momento fue? —insistió sin apartar la mirada.

Tal vez fue cuando vi morir a mi mejor amigo —respondí, pero lo negué de inmediato.

¿En qué momento fue?

El niño no paraba de llorar hasta que, volviéndose hacia mí, hizo la maldita pregunta.

—¡Yo no pago por esto! —le grite.
—No lo sé, no lo sé— le volví a responder

Los demás en el cuarto me miraban confundidos.

—¡Recuerda! —me exigían.

Agobiado, respondí:

—Tal vez se fue perdiendo poco a poco. Solo vean mi vida, todo lo que pasé… ¿Cómo esperan que esté bien?

Una noche, deshaciéndonos de los cuerpos, tomé la cabeza de una mujer y la observé fijamente. Me di cuenta de que ella también me miraba.

Antes de que pudiera hacer la pregunta, respondí:

—Cállate, no lo sé.

—¡Ya basta! —grité y aventé la cabeza lejos.

Todos me miraron y luego siguieron en lo suyo.

—Te digo que se está volviendo más loco —escuché entre risas.

¿Nos recuerdas?

Una mujer con una niña me lo preguntó. No, no era una niña, pero se escondía tras quien parecía su madre.

—No recuerdo a nadie después de que me pag…

No terminé. Se lanzó sobre mí. No vi el cuchillo hasta que empezó a apuñalarme con furia. Pero yo era más corpulento. No caí ni reaccioné. Me perdí en los ojos de la supuesta niña.

Esos ojos… eran los míos.

Ahora lo sé.

Regresaba a casa de noche. no recuerdo exactamente era muy pequeño. Estaba perdido. Un viejo enano se acercó, decía conocer a mi madre. Acepté su ayuda. En el reloj del auto marcaban las 10:30 p.m.

Pero me sentí aliviado al ver mi casa a lo lejos.

—¿Por qué llegas tan tarde? —preguntó mi madre.

Miré el reloj. 12:45.

—¿Ese fue el momento? —preguntó la niña mientras yacía en el piso.

—No —susurré.

Fue cuando, meses después, mi madre quiso ayudarme. Me llevaría a un psicólogo.

Dijo que lo conoció esa mañana.

Al abrir la puerta del vecino, lo vi.

Era el mismo viejo enano.