Buscó el amor en las piedras, en un sueño dorado que se desvaneció. Se libró de ser madre adolescente, como un juego que nunca llegó a ser. Su madre intentó protegerla, pero ella solo veía su abandono. La enviaban lejos desde los cuatro años, todas las vacaciones, separada de sus hermanos. Se sentía sola, envuelta en tristeza.
¿Alguna vez hizo algo absurdo? Ató un cáñamo en el parrón y a su cuello. Esperó que la muerte viniera. Pero no vino. Hoy se reiría, pero entonces solo quería desaparecer.
Recordó cuando se burló de su hermana que, al subirse las bragas, dejó ver sin querer su vello púbico. Se convertía en mujer. Quiso sentirse como ella, grande, hermosa…
Cogía sin que la viera sus sandalias plateadas, que para ella eran como de princesa. Apenas podía andar con esos tacones, pero era feliz. Y sus vestidos con volantes los miraba extasiada y soñadora, imaginando usarlos pronto.
Entre juegos y sueños, la infancia se desvanecía sin que ella lo notara. Hasta que, un día, la realidad irrumpió sin aviso.
Su cuerpo fue desvelado sin permiso, y su hermana no lo supo. No estuvo cuando la nostalgia la quebró, rompiendo su ingenua conciencia. Perdió la batalla en el barro de su infancia. La lluvia deshizo su mundo. Cuando eso ocurrió, su hermana estaba ahí, pero ella no la vio. Creyó que podía huir, se entregó a pasiones sin sentido, buscando calor y solo halló heridas.
¡Cómo dolió!
Pero la aurora llegó y la tumbó al suelo. Lamiendo el polvo, se levantó. Cruzó laberintos de espinas. Y al final, ahí estaba ella. Su hermana. Siempre había estado ahí.
Aceptó el papel de madre por ser la mayor. Ella no lo entendía, pero ahora lo veía claro. La había amado incluso cuando ella no pudo verlo.
Recordó a una muchacha flaquita, llorando en silencio por amor; sintiéndose siempre a la sombra, olvidada, bebiéndose sus lágrimas. Y su hermana estaba ahí. Sus manos la acariciaban sin palabras.
Se tragó el miedo y la angustia. Pero hoy, esa muchacha ha crecido. Lleva a la niña triste dentro como un recuerdo insondable. Pero ahora, al fin, es libre. Se ha levantado tras cada caída. Hoy su amor no duele. Hoy su amor la sostiene.
Las hermanas caminan con sus manos entrelazadas, sin nostalgias, sin silencios, sin distancias… juntas, como siempre debió ser.
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