Un golpe de gracia.

Un golpe de gracia.

Miguel Matz

04/02/2025

1 Aplausos

0 Puntos

12 Lecturas

Curiosamente personas con las que nunca has tenido relación aparecen en escena varias veces seguidas y luego desaparecen, no sin antes haber influido de forma determinante en tu vida.

Aunque ya había cumplido los 17 seguía siendo un niño sin saberlo; para mí la vida era un juego y de la misma forma que antes utilizaba los juguetes para crear escenas teatrales, en aquel presente seguía usando la imaginación para montar historias de amor, con las chicas que me cruzaba por la calle. Pocas veces mis guiones cinematográficos pasaban de la ficción a la realidad y cuando lo hacían yo creía estar en un punto de la relación mucho más avanzado, de lo que representaba una mirada, una sonrisa o un saludo. Eso me hacía comportarme de una forma demasiado descarada a veces y como un atolondrado siempre.

Dos de mis amigos empezaron a salir con dos chicas -amigas entre ellas- de un pueblo cercano, así que por compañerismo busqué en ese pueblo a la mujer de mis sueños.

Han pasado dos años, estoy sentado con un amigo en el tren de cercanías esperando su salida. Entra un conocido nuestro -para más señas, el que ahora está saliendo con la ex mujer de mis sueños-. Nos saluda y se dispone a sentarse con nosotros, lleva bajo el brazo un voluminoso mamotreto: «Filosofía Zen» que lanza sobre el porta-equipajes, el libro se cuela entre los barrotes y da sobre mi cabeza de lleno.

¡BUUM!

Rebota y va a parar al suelo, abierto por la mitad de sus hojas. Medio inconsciente por el golpe lo recojo sin cerrar y leo el primer párrafo:

«El maestro llegó a la reunión como cada día y se sentó sin decir nada, dejó pasar una hora en silencio y finalmente se levantó, dando por terminada la clase. 

Un alumno le preguntó:

– Maestro. ¿Qué conclusión hemos de sacar de la lección de hoy?

Y el maestro le dio una bofetada.

– Gracias maestro, ahora lo entiendo todo.

Yo también comprendí en aquel momento, sin necesitar más explicaciones, por qué ella eligió a una persona adulta, brillante estudiante, de ideas claras y amplia cultura, en lugar del alcohólico incipiente, repetidor empedernido de cursos, inmaduro, disperso, vago y soñador de futuros sin futuro que era yo.

Con aquel golpe me hice adulto y seguí repitiendo cursos, castigando el hígado, siendo vago y soñador, pero mucho más maduro.

Votación a partir del 16/02

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS