Duraznos.

Duraznos.

Rose Lisbon

31/01/2025

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     Esa tarde debíamos ir a casa de  uno de mis primos mayores que se cambiaba por trabajo a Santiago junto a  su familia. 

Al llegar  fui   a jugar con mi prima ,unos años menor que yo.Mientras el resto   ayudaba en el cambio y  sacaban duraznos para  poder hacer mermelada.

Muriel tenía una linda habitación,con muchas  muñecas que yo no tenía ni tendré. Sus  grandes y saltones  ojos brillaban  juntando y clasificando a  sus muñecas por colores y tamaños. Tomé una para acariciar su cabello y me quedé en un rincón por un largo rato, esperando que pasara rápido el tiempo y el calor.Se sentía pesado el aire aún a esa hora de la tarde.

De pronto sentí mucha sed,por lo que  fui por agua a la cocina. Me topé con mi primo mayor, me tomó levemente del brazo ,con un tono seco y punzante, me dijo muy cerca al oído —ya estás “pasadita” para jugar y andar quitándole las muñecas a mi hija.

Sentí como un brusco entumecimiento cubrió de manera sorda mi débil cuerpo de niña.

Volví a la habitación, dejé la muñeca, esperé un rato para volver a salir.

Me acerqué a mi madre en el patio mientras se reía y recogía duraznos con la Sandra, yo trataba de ahogar mi  llanto  mirando la tierra con hojas y fruta tirada a   la luz ya tenue  de esa tarde de verano, que ya comenzaba a  desvanecerse  entre las ramas del árbol ,por lo que  apenas se veían en mi rostro las  lentas y pesadas lágrimas cayendo hasta golpear silenciosamente los restos aplastados de los duraznos entre la tierra húmeda , junto a la suave brisa que comenzaba a sentirse  aquella tarde ya lejana de enero.

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