Aquella mirada de niño despierta un anhelo de deseo de posesión eterno.
¿Es efímero ? Un sinfín de emociones inocentes que trasladan a un mundo de curiosidades.
Se pierde la inocencia cuando aquello que se observa a través de un cristal rosa, se descompone pedazo a pedazo en miles de trocitos grises que desean volver a unirse para que sentir la simplicidad de la vida.
Inocencia dilatada, se aferra para excusar y evitar cruzar el umbral de los errores irreversibles, no justificados y huraños en la piel.
Pérdida de un don único, concedido en un periodo de tiempo limitado. El peso de la vida comienza, se pierde aquello que con tanto esfuerzo, en un instante irrepetible desaparece.
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