Una vez cuando era pequeño le prometí a una niña que algún día la llevaría a la Luna, no recuerdo por qué hice esa promesa en particular, pero desde entonces siempre tuve el sueño de ser astronauta para llevarla conmigo.
Incluso después de que se alejara de mi vida, seguí persiguiendo ese sueño desesperadamente pensando que la volvería a ver cuando lo consiguiera.
Cuando terminé la escuela postulé a la universidad, sin embargo, no me alcanzó el puntaje para ingresar y por si fuera poco mi abuela enfermó poco tiempo después por lo que me vi obligado a cuidar de ella.
Tomé un trabajo de mesero en un restaurante de modo que por las mañanas cuidaba a mi abuela, por las tardes trabajaba y por las noches me ponía a estudiar.
Tristemente volví a fracasar, pues no alcance el puntaje necesario para ingresar a la universidad. Me empecé a cuestionar mis decisiones de vida, una parte de mi sentía que solo estaba aferrándome a un sueño infantil.
Es normal que de niños tengamos sueños que una vez que crecemos nos damos cuenta de lo difícil que es cumplirlos, la mayoría abandona esos sueños y se conforman con una vida más simple, pero yo quería ser diferente, quería poder mirar a todas esas personas y decirles ¡Yo si pude cumplir mis sueños!
Con esa resolución fui a dar el examen de admisión, ese día me encontré con un fantasma de mi pasado, aquella niña de mis recuerdos creció tanto que casi no la reconozco, ella estaba cargando un bebe en sus brazos y había un hombre caminando a su lado, me miré a un espejo y recién me volví consciente de que ya no era un niño… Nunca llegue a rendir ese examen.
— ¿Entonces no te volviste astronauta?
La niña sentada delante de mí habló mientras garabateaba distraídamente en su cuaderno.
— No, mis circunstancias no me lo permitieron — no sabía si era la respuesta correcta, pero se lo dije.
— Qué lástima porque eres muy inteligente —la niña levantó la mirada por primera vez y me miró con genuina inocencia.
— Gracias, tú también eres muy lista —le dije esbozando una sonrisa — Por cierto… ¿Qué dibujaste?
— Un robot —dijo levantando su dibujo con ambas manos.
— ¿Y por qué un robot?
— ¡Porque quiero ser inventora!
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