Siempre pensé que todo seguiría igual, por mucho que creciera. Cuando era aún una niña, todo parecía más sencillo, más alegre. Me entusiasmaban las cosas nuevas; desde las que solían verse como importantes —como el primer día de colegio después de vacaciones—hasta las pequeñas cosas aparentemente sin importancia para los demás, como una merienda con mi abuela. Era una niña sonriente y tierna, con mucha simpatía —según me decían— y muy «obediente». Así que supongo que nadie se esperaba que bien entrada la adolescencia, toda esa apariencia de niña buena se esfumara en un instante. De repente, sentía la necesidad de enterrar a aquella niña que reía de forma espontánea. La rabia e injustícia se apoderaban de mí constantemente, a veces incluso llegando al extremo de perderme a mí misma. Aunque, ¿quién era yo? Siempre me recordaban lo «buena niña» que había sido y lo mucho que había «cambiado» ahora. Pero, ¿la vida no es precisamente eso, un constante cambio? Todas esas palabras y sensaciones en mi interior, nuevas para mí, me confundían irremediablemente. ¿Había cambiado para peor? ¿Y si ya nadie me quería más? ¿Habría alejado a mis seres queridos y a aquellos quienes eran importantes para mí, por mi mal temperamento?
La realidad era que no sabía el porqué de aquella batalla librada en mi mente, pero me parecía imposible dejar de reaccionar a todo lo que me hacía enfadar o sentir incómoda.
«Esto forma parte de crecer» me dijo un día mi abuela cuando le compartí mi malestar.
«Si esto es convertirse en adulto, no estoy segura de querer serlo. Me parece un trabajo muy complicado». Mi abuela rio tiernamente por toda respuesta. Años más tarde, me aferré a aquella risa como si fuera un tesoro, al comprender su significado. Con el tiempo y con ayuda, aunque seguía sintiendo rabia ante las injusticias, esta se acabó transformando en algo por lo que luchar, formando parte de mi persona de ahora. Quizá fuera eso lo que quiso decirme mi abuela con su risa aquel día, que «crecer» no es más que una constante transformación de quienes somos y hemos sido.
OPINIONES Y COMENTARIOS