Tengo un vago recuerdo de cuando tenía cuatro años, cuando estaba en parvulitos, ahora infantil. A partir de ahí solo tengo buenos recuerdos, diversión en la calle y en el colegio.
Debí ser un niño muy travieso porque eran muy frecuentes las quejas a mis padres sobre mi comportamiento. Los castigos por mal comportamiento eran frecuentes, no poder salir a la calle era el peor que me podían poner. También el cariño estaba presente.
Pocas normas y concretas, si las cumplía, tenía vía libre para ir a la calle y tener libertad de movimiento. La calle era otra cosa, sin normas donde verdaderamente íbamos creciendo no solo en edad y sabiduría sino en pillería, nos formábamos o deformábamos, aprendíamos a manejarnos en grupo o salíamos de el.
Intentábamos imitar a los mayores, fumar, ver revistas prohibidas, y otros comportamientos, teníamos prisa por ser mayores para poder hacer las cosas que ellos hacían. Poco a poco perdíamos ese candor de niños, la inocencia.
Cuando alguien te prohíbe algo sientes más curiosidad, prisa en descubrirlo por ti mismo y más a temprana edad. Con el paso de los años buscas respuestas.
Tomas tus propias decisiones y empiezas a tener un comportamiento que te lleva a ir perdiendo poco a poco esa inocencia y te vas maleando aunque en ese momento lo ves como algo nuevo y divertido.
Van pasando los años y de los cuatro has pasado a los doce, trece años, vas a otra escuela, con gente más mayor, los planteamientos son distintos, hay más maldad y tienes que aprender a defenderte de muchas cosas, espabilar para sobrevivir a tanta mala información, a tanta pillería, tener criterio y tomar algunas decisiones.
Muchas personas pueden relacionar la pérdida de la inocencia con el hecho de mantener por primera vez relaciones sexuales y no es así, es un proceso largo que va de los cuatro a los doce, trece, catorce años o más en algunos casos y que consiste en pasar de niño a adolescente y querer comportarte como los mayores.
En este trayecto, muchos se quedan estancados y aunque llegan a la adultez, no dejan de ser adolescentes porque no han aprendido, no han tomado las decisiones oportunas, se han quedado con lo prohibido, lo han probado, les ha gustado y ahí se han quedado, otros por el contrario han elegido bien, tuvieron criterio y desecharon, una vez probado, lo que no les hacía ningún bien.
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