Por qué no internar a un adolescente

Por qué no internar a un adolescente

Ruben Landi

16/01/2025

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Cuando confié las ansiedades que pasaban por mí, y como si fuese un castigo, me llevaron a un lugar siniestro. Era un rincón dentro de un salón enorme lleno de camas. El sector de los hombres decía el rótulo.

En ese lugar invadieron mis sentidos lo que emanaba del ambiente, algo que quedó pegado a mí para siempre, un olor a medicación que sale por los poros, los ruidos guturales de personas que se lamentaban en voz baja algunos y a los gritos otros, el calor de un lugar que jamás sería acondicionado a las necesidades humanas. Y el hedor del baño próximo, de paredes llenas de inscripciones de letras gigantes pintadas de rojo, que parecían estar escritas en idiomas ajenos a todo lo conocido.

Permanecí inmóvil varios días, rechacé la comida que me alcanzaron, solo tomé agua porque sabía que la necesitaba. Decidí no dejarme vencer por la locura del lugar, y sostenerme con todas mis ganas a la vida que me impusieron hasta poder regresar a mi vida cotidiana. Un muchacho de mi edad fue mi único confidente, murmuró “miente siempre”.

Un profesional de la salud, sin ganas apenas escuchaba mis dichos que no fueron más que guiones de película que ya conocía de memoria porque aunque fuera muy joven siempre había sido fanático de películas y series que devoraba con ahínco, y que fui cambiando con el pasar de los días para demostrar mi “mejoría”. Y así, “tranquilo, estabilizado, sin fenómenos elementales ni peligrosidad para sí ni para terceros”, poder salir de ese infierno con un alta transitoria.

Observaciones

Durante mi estadía llevaba notas en una pequeña libreta que por considerarla inocua me dejaron tener y una lápiz tan pequeño que siempre se me escurría entre los dedos, no fuera a ser que hiriera a alguien con uno más largo. Escribí todo lo que sentía porque temí olvidarlo todo con la medicación y el estrés que sufría.

Años más tarde sigue siendo una huella tremenda en mi vida, esa internación innecesaria. Estudié medicina y psiquiatría para lograr entender qué había pasado y en lo posible evitar a toda persona a mi alcance, semejante daño, un trauma que no se olvida ni repara, como morir en vida. Todavía existen lugares siniestros con conductas perversas, escribir los relatos sigue siendo mi lucha. El joven aquél, sigue siendo mi mejor amigo.

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