EL DOLOR DEL ALMA
Ocurrió un día con lluvia en el alma.
Mi mejor amiga y compañera de colegio no se encontraba en su pupitre colindante al mío.
Tampoco llegó para el recreo.
Al subir a clase, la madre superiora desde su escritorio, nos comunicó que Carmen no volvería con nosotras. Tenía solamente trece años, pero el todopoderoso se la llevó.
Le habían diagnosticado una enfermedad al corazón. No podía compartir nuestros ejercicios deportivos, como lanzar el balón a la canasta, así como deslizar sus piernas sobre la pista de patinaje, solamente sus bellos ojos podían contemplar a sus compañeras ejercitarlos. Su vida consistía solamente en dar un paseo por la vida.
Al llegar a casa lloré tanto que mis sábanas blancas se empaparon.
¿Por qué? me pregunté.
Desde ese instante,la idea de la muerte se clavó en mi cerebro con tal intensidad, como si la hubieran incrustado con un martillo.
De repente, desaparecieron de mi mente los maravillosos años juveniles y, la idea de la muerte quedó por siempre fijada en mi interior.
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