Estamos pasando el finde en la casa del campo, con mamá, papá, tito Faustino y tita Fina. Les gusta venir cuando hace sol porque dicen que se está muy bien y se come mejor, pero yo me aburro mucho. No hay nadie para jugar. Y les gusta pegar tiros. Yo me subo a mi habitación para no oírlos, porque suenan muy fuerte. Me meto a la perra y juego con ella, pero enseguida oigo a mamá gritar que ya está la comida.
-Toma, pan para que untes el queso- Me dice mamá, pasándome el cesto.
Me encanta el queso, tiene un sabor fuerte y me saca alguna lágrima, pero es de gusto. Cuando no me ven, le doy un cacho de pan con queso a la perra y se pone muy contenta. Me gusta verla así, odio verla dormida y aburrida. PUM. Suena desde los matorrales. Y la perra ladra. Vaya por Dios. PUM. Le doy un bocado al queso. Mamá dice que se va a volver loca con tanto tiro. PUM. Salgo a ver qué pasa, mamá me dice que no he terminado de comer, pero no me importa. La luz de fuera me molesta un poco, pero me acostumbro rápido, y veo a papá y a tito Faustino trayendo un animal por las patas. Parece un ciervo, pero sangra mucho. Está muerto. Creo que está muerto. No se mueve y sangra mucho. Mi papá grita muy contento. ¿Lo han matado ellos? Lo tienen agarrado bocabajo y parecen muy contentos.
-Ya tienes edad -Me dice papá, y me pone un arma en las manos.
Nunca había cogido una, pesa mucho. Pesa más que la perra. Tito Faustino pone una lata sobre la roca del camino de entrada. Mamá dice que se encarga del «corzo». No sé qué es un corzo, pero creo que es el animal, porque lo está cortando. Le está haciendo daño, aunque a lo mejor no si ya está muerto. Papá me dice que no guiñe el ojo para apuntar, que hay que aprender con los dos ojos abiertos. Y disparo. PUM. La lata vuela por los aires. Mi padre se ríe muy alto, me hace feliz verle reírse. Es divertido. Me revuelve el pelo y me da en el culo para que vuelva a casa.
Me siento y sigo comiendo queso. La perra me pide. Qué pesada, yo sigo comiendo.
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