Cuando la volví a ver, no era la misma.
Tenía la mirada perdida y la noté cabizbaja.
Me dolió verla así, la sentí como una hoja marchita.
Apreté fuerte mi puño tratando de que no se me note la angustia y le sonreí como pude.
-Hola Rocio, hacía mucho que no te veía, le dije con una mueca de agrado intentando esconder mi pena.
-No hace falta que me mientas Octavio, tengo espejos en mi casa. Y sonrió tímidamente.
-Vos siempre fuiste y serás la más linda para mi, le respondí.
Mis palabras eran sinceras, desde que tengo memoria sueño con ella, solo que nunca me atreví a decírselo.
-Sabes, le digo. Tengo una reunión en la quinta de unos amigos este fin de semana.
El lugar es paradisíaco, lleno de verdes y madera. Árboles frutales, pileta.
Hay muchos sillones y hamacas en el parque, se
guro que la pasaremos genial, le dije.
Ella me miró inquieta.
-Y no sé, dijo. Hace mucho que no salgo y no estoy cómoda conmigo misma hoy en día.
-Te va a hacer bien, le insistí. Respirar aire fresco sin preocupaciones es de las pequeñas sensaciones que realmente nos hacen valorar la vida. Más aún si es un lugar como el que te cuento.
-Bueno dejame que lo medite cuando llegue a casa y te aviso. La verdad que si me vendría bien algo de distracción. Vengo de unos días complicados, meses te diría. Y bajó la cabeza como con vergüenza, ¿Tenes el mismo número todavía?
-Si si, espero tu confirmación, le respondí.
A la hora recibo la llamada de Rocío, en resumen, me confirma que la busque el viernes a las 19.
Entre nervios y ansiedad me quedé pensando en lo lindo que podía ser para nosotros este encuentro. Y divague un poco con la idea de empezar algo con ella, hacerle bien. Hacernos bien.
El viernes temprano cargué las maletas en el baúl y me dirigí a su casa.
Cuando llegué, toqué el timbre varias veces, pero nadie respondió.
Agarré el picaporte, la puerta estaba abierta. Entré pidiendo permiso y veo un sobre arriba de la mesa con mi nombre. Adentro una carta que decía: “Gracias Octavio por tratar de ayudarme, ojalá hubieses llegado antes. Siempre te querré. Perdón”
Se me hizo un nudo en la garganta. Veo de lejos la habitación,
pero no me animo a ir hasta ahí.
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