Te propongo un re encuentro con lágrimas.
Sin escudos. Con palmas abiertas y desarmadas.

Te ofrezco olvidar aquella ofensa de cuando era niño,
de cuando me herían menos los golpes ajenos,
que los que me infligían los míos.

No me urge olvidar. Necesito estar seguro de que estás presente,
aunque ya te hayas ido.

Te ofrezco un re encuentro sin memoria, sin luna.
Con millones de estrellas envueltas en listones
y una mochila, para que escapes conmigo.
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