perder la inocencia

perder la inocencia

SEEYOU

15/01/2025

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El columpio crujía bajo mi peso, como si también estuviera cansado de los años. Solía pasar tardes enteras balanceándome mientras buscaba formas en las nubes. En aquellos días, el mundo era sencillo: el cielo azul, las risas de mi madre en la cocina, el aroma a lavanda en el patio..todo parecía eterno. Pero el verano en que cumplí diez años, algo cambió.

La primera vez que escuché los gritos, pensé que era un juego. Mamá y papá discutían a menudo, pero aquella noche fue diferente. Sus voces tenían filo, como cuchillos golpeando las paredes y ademas iban acompañados de estruendos golpes y sollozos que surgían desde el alma.

Desde mi cama, quise cubrirme los oídos, pero no lo hice porque algo dentro de mí sabía que tenía que escuchar, aunque no entendiera las palabras, ni tampoco pudiera dar crédito a lo que estuviera sucediendo.. 

A la mañana siguiente, vi a mamá en el patio, estaba de pie, descalza, con los ojos hinchados y las manos temblorosas mientras intentaba encender un cigarrillo. Nunca la había visto fumar, parecía que ese día retornaba su nueva adicción aquella que dejo y que se envolvía tras su extraña amargura. Me acerqué en silencio, esperando que se diera cuenta de que estaba allí, pero no lo hizo. En lugar de eso, soltó un suspiro tan largo y profundo que pareció deshacerse en el aire.

—¿Mamá, estás bien? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

Ella me sonrió, pero fue una sonrisa rota. Asintió, aunque en sus ojos vi algo que no había visto nunca.. una tristeza tan grande que parecía tragarse toda la luz del día.

Esa tarde, volví al columpio, pero no busqué hadas entre los arbustos ni imaginé historias de reinos mágicos. En mi cabeza seguían resonando las palabras de mi padre, dichas con rabia la noche anterior, y el silencio de mi madre al recibirlas. Por primera vez entendí que los adultos no siempre sabían qué hacer, que también podían romperse como juguetes olvidados.

El columpio crujía, pero ahora parecía llevar un peso distinto, más pesado que el mío. Crecer, descubrí, no era como yo imaginaba, era un descubrimiento lento y doloroso, como arrancar una venda que lleva demasiado tiempo pegada. Ese verano dejé de creer en la eternidad de las cosas, y con ello, perdí un poco de mi mundo perfecto.

El cielo seguía siendo azul, pero ya no se sentía… infinito.

seeyou

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