Nuestro superpoder

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Somos efímeros. El mundo es constante, una constante en permanente cambio y llena de contradicciones.

Generosidad y egoísmo. Naturaleza y tecnología. Ostentación y humildad. Apariencia y esencia. El mundo está lleno de contrastes que friccionan para hallar el equilibrio.

El mundo es vida. Es movimiento. Es diferencia. He aquí su mayor tesoro: es un regalo que enriquece porque nos permite elegir. No podemos decidir dónde nacemos, pero sí podemos tomar pequeñas grandes determinaciones que darán sentido a toda nuestra vida, para que lo que hagamos en este mundo marque la diferencia.

Cada uno de nosotros puede suponer un cambio. No hace falta que seamos los primeros habitantes de Marte, grandes inventores, influencers de moda, los mejores deportistas de todos los tiempos o los empresarios de mayor éxito. No es necesario, aunque ¿quién sabe si alguno de los que hoy llenan estas aulas lo hará?

El cambio ha de ser más profundo. Ha de empezar en nosotros mismos y expandirse de lo más cercano a lo más lejano. Necesitamos un mundo más solidario, más altruista, más cooperativo, pero esto solo puede tener sentido si empezamos a trabajarlo en nuestro entorno más cercano: desde nosotros a las personas que nos rodean y que forman parte de nuestras familias, nuestro colegio, nuestra empresa, y más allá. Es la única forma de que funcione, porque el primer paso es contribuir a la felicidad y al bienestar de los que me rodean y tender puentes en lugar de confrontar.

Estos son los cimientos sobre los que tenemos que construir un edificio que permita dejar un mundo mejor a nuestros hijos. Por eso, es importante entender que estamos aquí de paso. Cuando repasemos lo vivido, debemos mirar atrás y levantar la cabeza con orgullo humilde por lo que hemos conseguido. Ojalá que, cuando no estemos, sí perviva la diferencia que hemos marcado. Esta es una luz que iluminará nuestra vida.

Todos tenemos ese superpoder para ser mejores cada día y no podemos desaprovecharlo, aunque si, en algún momento, fallamos, debemos levantarnos con fuerza, y gritarle al mundo que rendirnos no es una opción.