MICRORELATO: MI MUNDO-EL MUNDO

Bajamos entonces a un escondite debajo de casa, pensé que iba a ser solo durante unas horas, pero luego mamá me mandó ir con mi hermana Julia a un colchón a dormir. Yo tenía solo ocho años, Julia once, pero tampoco podía explicarme lo que estaba pasando. Al día siguiente, le pregunté a mamá si me llevaba papá al colegio, ella me contestó que ese día no había colegio a pesar de ser lunes. Yo, ingenua de nuevo, pensé que eran vacaciones y le pregunté a papá si podía ir a jugar a casa de Luis y María, mis mejores amigos. Papá me dijo que esa semana no los iba a poder ver, y me empecé a extrañar. Empezaba a comprender que algo estaba pasando, y no precisamente algo bueno, puesto que mis padres y mis tíos parecían preocupados constantemente. Ya empezamos a tomar una rutina, antes de ir a dormir mi madre me contaba un cuento, pero no era como antes, cuando estaba en mi casa, mi madre cogía un libro y empezaba a leerlo, ahora se inventaba una historia según iba hablando y me di cuenta de que todas las historias mandaban un mensaje de esperanza. Pasaron unas cuantas semanas, más de un mes hasta que salí de allí, no me había relacionado con nadie, había perdido el contacto con mis amigos, pero se había acabado, se habían acabado las malas caras, los ruidos en la calle…

Hoy, setenta y dos años después, ya soy abuela y todavía no he vuelto a ver ni a Luis ni a María, mis padres me dijeron que se habían mudado, pero hace ya tiempo me di cuenta de que no había sido así. También hoy decido mandarle esta carta a mi nieto, sé que no es una historia que se considere feliz, pero pretendo conseguir enseñarle a la gente que a pesar de que el Mundo es un espacio compartido por muchas personas, también es un espacio propio que tenemos que cuidar cada uno de nosotros para conseguir un beneficio global.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS