Un cielo en el Infierno cabe.

Categoría: alumnos. Curso: 3º de la ESO

Estimada Minerva:

Como buen humanista, debería decirte que uses la razón como medio de respuesta a tus cuestiones; sin embargo, todo lo que pensaba se ha visto intervenido por la razón divina y citando alteradamente a Sófocles: muchos son los misterios; nada más misterioso que lo divino.

No te voy a mentir; no sé qué hago aquí abajo cuando toda mi vida he intentado acercarme a Dios mediante la razón, pero si Dios hubiese querido que le entendiesen, las cabezas pensantes como la mía, no nos encontraríamos aquí, en el Infierno.

He intentado comprender lo incomprensible, usando aquellos conocimientos que en algún momento impartí. Sin embargo, estos se han visto inesperadamente desmentidos. Como aquel destino, que creía escrito, respecto a cómo está conformado nuestro ser y nuestras acciones, pero ha sido truncado sin piedad. O aquella justicia que se veía comprendida entre dos injusticias, como Aristóteles decía, y que ahora no es más que una idea libre en un espacio sin límites. Así pues, no me queda nada más que resignarme y admitir que esta vez, Dios sí ha abandonado al hombre.

Respecto a ti, en verdad me alegro de que hayas llegado a la auténtica tierra prometida, pues significa que cada minuto dedicado a alumnos como tú, ha valido la pena. Te mereces tanto como el resto estar ahí, ya que la revolución y la rebeldía no tienen por qué ser necesariamente malas. ¿Van en contra de las reglas? Sí, sin embargo, sabemos que las reglas rigen el orden, pero, ¿qué rige el orden de las reglas? La respuesta está en gente como tú, que, tirando del otro extremo, equilibra la balanza.

No te preocupes por mí, pues, como tantas veces hice en vida, haré de esta tierra, injusta y salvaje, un hogar y un paisaje a mis ojos.

Y, para terminar, como en los viejos tiempos, una pregunta: ahora que lo conoces ¿Qué diferencia tu mundo, mi querida alumna, de mi mundo?

Tu maestro, siempre.

Uriel