Categoría: Comunidad educativa —
Mientras caminaba por el andén, una densa niebla apareció, escondiéndose tan rápido como llegó el primer metro de la mañana. Al sentarme, algo desvió mi atención y mi mirada se perdió entre los juncos, recordando otras épocas de nuestra civilización. El traqueteo me devolvió al presente pudiendo sentir, intensamente, aquellas historias que se desarrollaban a mi alrededor. La intensa niebla continuaba acechando, desde los asientos más alejados, generando un cierto desasosiego en mí, provocando que me revolviera nervioso en mi asiento. Palpé angustiado mi muñeca izquierda, esperando encontrar el reloj de agujas que me había regalado mi padre por mi último cumpleaños; para mi tranquilidad, seguía marcando las horas. Mientras la niebla se hacía más espesa, comencé a escuchar cómo el tenebroso payaso negociaba con su víctima que, sentado junto a ella, mostraba con su sonrisa burlona sus afilados dientes. El metro aminoró su marcha hasta parar y, tras varios titubeos, Zafón se escondió en el bolso de su dueña, saliendo los dos del vagón. La bruma desapareció y, agarrándome a la barra, me puse en pie. En la siguiente estación me bajo yo.
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