Categoría: Alumnos
Curso: 3º E.S.O.
Tras el atronador ruido, sólo silencio.
El duro golpeteo metálico por fin cesó y un blanco silencio siseó en los oídos después de la febril tormenta de pólvora y acero.
La densa niebla poco a poco se fue disipando y bajo un áspero sol de color plomizo se pudo ver como los bloques de pisos se habían transmutado en colmenas abiertas al perder su fachada. Y las antes amplias avenidas, ahora simulaban un paisaje lunar herido de sangrantes cráteres y montículos desordenados de oscura tierra.
La ciudad no era más que un frío desierto de grises escombros y profundas heridas, donde la vida se escondía en pequeñas grietas y colmados refugios.
No pude aguantar más tanto dolor y destrucción y apagué el televisor.
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