CONVOCATORIA: 3º ESO
Normalmente las historias tienen un inicio en el que el protagonista se da a conocer, y en muchas de ellas, este tiene algún poder o virtud que le ayuda a salir de la mala situación en la que se encuentra. Yo, por el contrario, soy una persona impotente ante un mundo en llamas.
Nací en un planeta en guerra, en el que todos los países están enfrentados, tratan de hacer alianzas para permanecer vivos; pero llegado el momento de crisis, ninguno acude a la ayuda de los demás, demasiado preocupados en salvar su propio pellejo. El mapa mundial se ha nublado por el humo de las bombas.
Aunque yo nunca he llegado a vivir eso, soy un niño normal que nació y creció en un búnker con el resto de ciudadanos que no podían participar en batalla, puede ser muy solitario en ocasiones.
De alimentos no falta, podríamos sobrevivir más de 2.000 años, aunque cuando aumente la población, quizá haya que racionar, hasta que se calmen las cosas. No parece que se vaya a encontrar la paz dentro de poco. Aunque quizás no es por la diferencia de países.
Hace unos días, una de las personas a cargo de las comunicaciones, localizó un búnker como el nuestro de otro país, pero no nos trataron con rechazo, por el contrario, nos hicimos amigos suyos.
Después de unos meses, las personas atrapadas en el otro búnker nos propusieron un plan: ya que los políticos no eran capaces de alcanzar la paz, nosotros tendríamos que hacerlo. Encontraríamos y reuniríamos a todas las personas atrapadas como nosotros, que quisieran participar de la causa, y saldríamos a la calle, trabajando juntos para acabar con el desastre.
Quizás no siempre hace falta un poder para solucionar las cosas, sólo personas unidas a pesar de sus diferencias y dispuestas a ayudarse entre ellas. A mí me funcionó.
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