El cantar se me fue cuando me casé (a la filo)
Mientras friega cacharros me lo cuenta
Ella que es tan flamenca
Nota el peso en cada hueso
No ha sido feliz en su cuerpo
Tampoco en su casamiento
Mucha pena y menos gloria
Atender a siete hijos
Cocinar toda sola
El marido va y viene
Apenas se detiene
La calle lo llama
Dice que es trabajo
Termina con la puesta de sol
Y él alarga hasta la luna llena nueva o creciente
Ella se ha querido ir tantas veces
A cantar a bailar a aprender
Pero siempre un niño que grita otro que llora
Y su corazón se para
Su aliento se atempera
Sus ganas se aprisionan
Año tras año
Hijo tras hijo
¿Qué hacer?
¿Dónde ir?
Mujer sirvienta
Con sus ilusiones latentes
Que se apaga poco a poco
Ya cansada rendida extenuada
Mujer que pinta lo que ve
Mujer que quiere y que aprieta
Y que nunca para quieta
Con una soledad pegada a la piel
Entre el pliegue de la barriga y del ombligo
Un embudo que se resiente
Y que ya nunca miente
Sí, la vida solo era esto
—
Ella no sabe
Ella no sabe cuando noto que vuelve la niña que quiere esconderse encontrar un lugar seguro ella no sabe cuando cruzo la calle y cierro mi abrigo con las dos manos no ella no sabe que me envuelvo en una bufanda que me protege que me oculta ella no sabe cómo libro mis batallas si las libro no sabe que a veces me incapacito soy incapaz soy poco capaz me sudan las manos las axilas el sexo también mojo los calcetines los ojos tengo mocos y tos y dolor cervical todo mi cuerpo responde a mi mente imparable dictadora precursora ¿por qué? De donde sale ese miedo esa parálisis de donde sale tanto dime de donde. Sal.
—
Quedarse de pie
Me recibes de pie. De mofletes. Deprisa
Miras a otro lado, sacas el teléfono, me pides un momento
Vienes y vas. Me miras sin mirar. Me oyes sin escuchar
No hablo. No tengo nada que decir a quien ya no está
Me sacude un relámpago de mar
Una bofetada con tinta de calamar
Me mancha toda la cara
Más que el dolor, siento el color
Negro, rotundo, mortuorio
¿Qué hacer? ¿Qué decirte?
Si te pregunto lo importante, lo eludes
Si te hablo de lo superficial, me aburre
Si te confieso de mí, no te siento
No. Ya no
Tu abandono me salpica
Tu dolor me duele
Tu ausencia me inquieta
También tu sonrisa ajena, disimulada, esquiva
También tu aparentar, disimular
Tu disfraz de gallina caponata es una ironía
Tus alas de gaviota decorada se han roto
No eres. No estás
No te veo. No te cuento
Me quedo de pie. Me marcho de pie
Pesa mi espalda
Curva mi panza
—
Cómo huelen los pueblos adoquinados
Cómo se escuchan las campanas y los gallos
Cómo rompen el silencio de forma acompasada
Cómo invaden y evaden
Cómo siente la piel el abrazo templado
La rebeca de la tarde
El escalofrío del pelo mojado
Cómo notan los pies un nuevo caminar
Un nuevo acomodar
Un otro suspirar
—
El día que mi madre cogió un bastón
El día que mi madre cogió un bastón olía a la carcoma del desuso
ocupaba el lugar de los paraguas abandonados
sustituidos por plegables casi impresentables
El día que mi madre cogió un bastón
No fue para darle al vecino aunque ganas no le faltan
El día q mi madre cogió un bastón fue, según ella, porque no veía y tenía rota la muñeca
Muñeca, que bonita palabra para nombrar aquello que articula el brazo y la mano, que puede hacer títeres, dar el movimiento de avisar, saludar, amonestar
El día que mi madre cogió el bastón me pasó desapercibido, lo cogió como quien prueba las pipas del melón por primera vez
Y se enganchó, de pronto ya no salía sin el bastón y pasó a ser uno más en nuestros paseos con el perro pancho, o sin él, aunque casi siempre con el perro pancho, que algún bastonazo se llevó, y también yo
El bastón pasó a ser dueño y señor, pasó a ser extensión de brazos y piernas, de ruegos y preguntas, de equilibrios y desequilibrios
El día que mi madre cogió el bastón el camino se hizo cuesta arriba
hasta que entendí que ese día lo cogió para seguir viviendo cuesta abajo
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