Laberinto mental./ Ese latir.

Aprendo a caminar mientras cruzo una puerta la cuál solo me podrá asegurar incertidumbre. 

Desorientado por las circunstancias de no saber que ocurre entre esas paredes invisibles, que no te dejan avanzar. 

Día tras día me encuentro y me abrazo, otras me cierro con llave y la arrojo al vacío de mi mente. 

Discutir constantemente contigo mismo para ver quién tiene la razón, y nunca llegar a un acuerdo.

No necesitas mapa para encontrarte, únicamente paciencia y autocontrol.
Conoce todas tus caras y abrazalas.

Recorre ese laberinto mental que muchas veces no tiene salida y es infinito. No busques una forma de salir, es tan sencillo como crearla tú mismo. Quiérete.

Una brisa ligera en mi pecho,
tranquilidad, sosiego y besos. Miradas de un fuerte peso,
quererte no es una idea o suposición, es un hecho. 

Esa comisura de los labios en los cuáles emerge una dulce y delicada sonrisa,
el deletreo de unas letras se divisa,
entre una risa breve, deliciosa y concisa,
T-E Q-U-I-E-R-O con pausa y sin prisa. 

Nos enredamos entre gestos intensos de amor,
ebrios de cariño y pasión,
a tu lado siento cuantiosa tranquilidad que ahuyenta al temor,
un estado zen que envuelve a mí desgastado corazón. 

Durmiendo como un niño entre tus caricias altruistas,
arropado por el «tic-tac» de tu latir.

 No sé si estoy viviendo una experiencia surrealista,
lo que sí sé es que yo y mi corazoncito, no nos queremos ir.