Algunas veces la noche avanza,
una daga se hinca lentamente
sobre el corazón,
hasta partirlo en dos.
Otras…
como un pesado y húmedo manto,
que el desamor sostiene sobre el rostro,
para que no puedas respirar.
Pero hoy,
hoy es un frío gemido paralizante,
que susurra al oído
duerme, duérmete
no vuelvas a despertar.
En noches así, recuerdo
a quienes ya no están
les hablo, responden
y vuelven a callar.
Pero es así
sólo a veces
antes de despertar
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