La sombra es un color como la luz pero menos brillante.
Paul Cézanne
“Te contaré un cuento azul.
– dijo mirándome fijamente-, entonces no lo entendí”
(I) Condenados con fecha de caducidad
Está anocheciendo
una vez más.
Veo desaparecer las últimas líneas azules
desde mi pequeño templo,
una copa de vino blanco,
fresco y afrutado y
la música de jazz, a lo lejos,
hacen de este instante uno
de los mejores momentos del día.
Ellos sobrevuelan
nuestras conciencias
comprobando que todos
estamos a salvo
y que nadie se siente solo
a pesar del perpetuo aislamiento.
[cómo si eso importase]
Quieren tocar
el sentimiento de los débiles
condenados con fecha de caducidad.
Quieren sentir
el amargo sabor de la pérdida,
de la despedida irremediable.
Quieren experimentar
la fragilidad del pájaro que
tras la tormenta ha caído del nido.
Desde la última pandemia
ya nadie quiso salir
y el consumo de melancolía se disparó.
De eso hace ya tantos y tantos años…
(II) Utopías de porcelana
Está anocheciendo
muy rápido y
eso no es buena señal.
A pesar del riesgo seguiré
rebuscando en los abismos,
necesito saber más sobre
“Thelma y Louise”…
¿Existieron de verdad?
¿Qué les llevó a hacer aquello?
¿Qué sentían al ser libres?
Entonces aún podías elegir.
Las lágrimas dulces
y los besos salados
o quizá era al revés…
Los sonidos dorados
tararean notas en clave de sol.
Los milagros se fabrican
en serie o están invitados
en la temporada final.
Miradas perdidas y
palabras rotas se ahogan
persiguiendo estrellas fugaces
y utopías de porcelana.
¡Tantas emociones perdidas!,
aunque eso son sólo sentimientos.
Todo estaba previsto y calculado
o eso dicen.
Precuelas de vidas olvidadas.
¡Ya no existen los spoilers!
(Spoiler: dícese de aquel texto que revela o adelanta información que se ignora sobre la trama de un programa de televisión, una película o un libro, arruinando el suspenso o la sorpresa
final)
De eso hace ya tantos y tantos años…
(III) Memorias blindadas
Empieza a atardecer
y eso lo invade todo
de malvas y rosados.
Aún puedo conseguir
aroma de lavanda.
No se cuánto durará este privilegio.
La última civilización,
después de impensables
mutaciones, letargos obligados,
memorias blindadas,
rostros ocultos o inventados,
lamentos mitigados al son
de mentiras seriadas
y la aniquilación de cualquier
vestigio de esperanza,
desapareció, así sin más
y todos los pensamientos
quedaron confinados en
diferentes gamas cromáticas
y por ahí fluimos.
Nunca se supo por qué
nos adjudicaron una u otra,
tampoco nadie preguntó.
Las cicatrices cauterizadas con
promesas de felicidad
nos relegaron a esas
tonalidades de las que
no se puede huir.
Tan sólo una fuga cromática
hace saltar todas las alarmas.
Las cintas correctoras,
ávidas de control y orden,
se despliegan por el cielo
trazando el temible barrido,
desde los arrabales al
distrito con más privilegios
hasta localizar “la anomalía”.
En archivos legendarios
encontré una frase que decía:
“Piensa en verde”.
Jamás sabré si tenía algo
que ver con “lo de ahora”.
Palabras sanadoras
bajo un sol que quemaba
cuerpos y almas les
llevó a la extinción
como a los dinosaurios.
De eso hace ya tantos y tantos años…
(IV) Blue velvet
“She wore blue velvet
Bluer than velvet was the night
Softer than satin was the light
From the stars”
Repetía el estribillo
de esa vieja canción.
anticipándose al futuro,
tan feliz en su ignorancia.
Recordé un fragmento
de aquel poema que
viajó dentro de una botella:
“Guirnaldas de colores
cuelgan desordenadas de
nubes que amenazan lluvia
y los farolillos chinos,
tímidos en un mundo que levita,
alumbran mis solitarias noches
e invocan gritos de placer
perdidos en otra galaxia”
Incapaz de imaginar
nada de todo aquello,
consumí dos dosis de cianina
para rebajar tanta
saturación y contraste.
¡Cuánta belleza perdida!
Imagen Lucía Guijarro. «Thelma y Louise»
OPINIONES Y COMENTARIOS