Un viaje no muy frecuente.

Un viaje no muy frecuente.

Una persona más.

04/03/2019

Una luz resplaneciente deja entrever una escena:

En un jardín de verdes enredaderas una mujer levanta una pequeña niña mientras ambas sonríen…

El resplandor se disuelve…

– Llegue a casa!

– Hola! Tanto tiempo! – me contestá mi madre mientras me da un beso en la mejilla y me invitá a pasar.

Nos sentamos en la mesa. Ella me dice que estoy hermosa.

Gracias… – Contesto yo.

¿Qué cuentas de nuevo? – Me dice, mientras nos sirve té a ambas.

– Pues, estoy muy bien en mi trabajo. Estoy ganando mucho dinero ahora, por eso pude venir. Vivo con mis amigas, y… conocí un chico muy lindo y bueno y… – Contestaba. Hasta que pude notar sus ojos girando hacia un costado, sus cejas en alto y su cuerpo rígido, que cruzó las piernas mientras se llevaba la taza de té a la boca. El silencio incómodo de su parte comienza.

Unas manchas oscuras dejan entrever una escena:

Un hombre se quedá mirando con lujuria el cuerpo de una adolescente cuando ella está distraída… hasta que un día, una mujer lo descubre. Luego esa mujer pasa años burlándose del cuerpo de aquella adolescente hasta que es adulta, para luego dejar de hablarle cotidianamente

Las manchas oscuras se disuelven…

Esta es la única peatonal con muchos mercados de mi «ciudad» (si, dicen que es una ciudad aunque es muy pequeña).
Hay mas movimiento que en otros lados de aquí, pero como en todo lugar pequeño siempre ves a los mismos personajes.
Compro un helado y me siento a descansar en uno de esos bancos que son para cualquiera que desee sentarse allí, a mirar la peatonal con las pequeñas tiendas alrededor, una costumbre que agarre de la ciudad (grande). Pero… aquí no se sienten muy comodos con que los observen.

Una luz resplandeciente deja entrever una escena:

Un grupo de adolescentes con uniforme escapan de su colegio y van a comprar unos helados en esa misma calle. Ellos van riendo. Parecen divertirse mucho juntos.

El resplandor se disuelve…

Pasa por la calle mi ex mejor amiga. Parece ir apurada.
Como les llamo la atención a todos por estar de «observadora» logra verme. Pero pronto voltea la mirada hacia otro lado.

Unas manchas oscuras dejan entrever una escena:

Una adolescente depresiva tiene una amiga de bajos recursos que se aprovecha de su estado de ánimo pasivo para usar su dinero y ropa, coquetear con su interés amoroso y acostarse con su hermano maltratador en secreto. Por eso va muy seguido a visitarla.

Las manchas oscuras se disuelven…

El parque es muy bonito. Eso es lo lindo de los lugares pequeños, mucha naturaleza. Una fuente. Una estatua del fundador. Flores, verde césped y la iglesia nos mirá desde el frente. Voy a caminar un rato por ahí.

Una luz resplandeciente deja entrever una escena:

El canto de las aves. Una niña en un parque juega con un oso rosa de peluche que tiene un vestido y un oso rosa de peluche mas pequeño que tiene un pañal. Ella los lleva abrazados a sentarse entre las flores. Una escena llena de colores.

El resplandor se disuelve…

Me voy a sentar en las escaleras de la iglesia… (¿es una ofensa?, no lo sé, pero lo hago).
Me quedo ahí hasta que anochece. Quedan las luces del parque y las estrellas resplandeciendo mágicamente. Estrellas que se ven más aquí, gracias a la falta de grandes edificios. Puedo decir que es casi un paisaje de cuentos de hadas.

Unas manchas oscuras dejan entrever una escena:

Una niñera toca inapropiadamente a unos niños en la noche cuando están solos y le gusta escupirles también. En las tarde lleva a esos niños al parque para que jueguen con sus juguetes, mientras ella lee una revista.

Las manchas oscuras se disuelven…

Vuelvo caminando por las solitarias calles de la ciudad a la casa de mis padres. Las calles están iluminadas con unos postes de luz amarilla. Tengo la mala costumbre de las ciudades grandes de volver tarde a casa. Aquí no deberías hacerlo, estás muy solo.

Camino con un paso muy tranquilo mientras me pregunto si serán reales todas ésas historias de terror acerca de las montañas cercanas que contaban mis vecinos… Hay una que dice que el diablo, la muerte y unas brujas hacen fiestas satánicas en una cueva. Y si se escucha un silbido, y lo sigues, caerás en una trampa en la que te sacrificarán…

Cuando voy llegando a casa veo a mi vecino. No nos hablamos desde niños porque nuestras familias se pelearon.
Me mira de arriba a abajo con una mueca de burla. Yo intento ignorarlo, estoy casi segura de que se burla de mi apariencia. Llevo ropa colorida, adornada con desgastes, y el cabello muy corto. Aquí se considera que el cabello corto es para los hombres. Y todos visten de la misma manera, pues no hay muchas tiendas para comprar.

Comienzo a empacar. Voy a volver a mi casa.

En la mañana, los pájaros cantan, el cielo está despejado y turquesa. Es hora de viajar.

Me despido de mi madre que me muestra una sonrisa, me habla de mi apariencia y me da un beso en la mejilla. Me despido de mis hermanos que solo me dan una palmadita en la espalda. Y me despido de mis perros y mi pequeño sobrino. Lástima que por decidir irme de aquí y no volver muy seguido, no podré estar con ellos, porque eran los únicos que me animaban en mis días de tormento.

Estoy ahí. Sentada en un taxi que me llevará al aeropuerto. Miro hacia atrás el paisaje de mi viejo hogar. Los árboles de naranjas y todas las aparentemente tranquilas y coloridas casas sobre el cordón de vereda amarillo que da un toque veraniego todo el año…

¿Te digo un secreto? La verdad vengo aquí cada vez que quiero aclarar mis recuerdos. Recordar porque no quiero volver. Porque los recuerdos se vuelven selectivos con el tiempo, o mienten un poco para no lastimarte más…

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