Nos creíamos inseparables

Nos creíamos inseparables

Ashley Bru

10/03/2019

Hubo un día en el que nos creíamos inseparables. Inventamos personajes, peleamos y reímos, corríamos y caíamos, intercambiábamos miles de cromos y pateábamos balones de fútbol hasta que prácticamente nos quedábamos solos en el parque. Aquel parque salpicado de árboles, al lado de un puente con barandillas blancas.

¿Te acuerdas? A veces ni era consciente de lo rápido que pasaban las horas. No éramos más que unos niños cuyas imaginaciones les obligaban a jugar hasta que el sol se escondía detrás de los edificios, con la promesa de que volvería a salir al día siguiente. Como nosotros. Siempre se nos hacía tarde y volvíamos corriendo a casa sabiendo que nos regañarían, pero valía la pena cada minuto. Cada minuto a tu lado.

En los días de calor bordeábamos las calles del parque con las bicis (la tuya siempre llevaba parches en las ruedas, verdad?) y comíamos helados sentados bajo el puente mientras pasaban los coches. ¿Recuerdas de qué hablábamos? ¿O tú también tienes la certeza de estar ahí y de escuchar mi voz lejana, como me pasa a mí contigo? Cierro los ojos con fuerza para visualizar tu cara con detalles, y no conseguirlo a la primera hace que se me forme un nudo en la garganta.

He vuelto. Me ha recibido el mismo cielo encapotado que me despidió la tarde que nos dijimos adiós. Ya no éramos tan niños, ni mucho menos, sin embargo todavía nos envolvía cierta inocencia. Cuando el autobús empezó a alejarse, tú te hacías más pequeño mientras te despedías con la mano. Y cuando creíste que ya no podía verte, dejaste caer el brazo rendido. Fue el momento exacto en el que se formó una grieta en mi interior, partiéndome en dos.

He pasado al lado de la barandilla blanca. Esa en la que nos encaramábamos para lanzar globos de agua y a la que te agarraste nervioso durante unos segundos eternos antes de darme aquel accidentado primer beso. ¿Lo recuerdas? Tengo que confesar que yo a veces lo olvido, y después me pregunto cómo no puedo recordar con frecuencia un instante tan único. Estoy segura de que se había parado el tiempo, al menos yo dejé de escuchar el zumbido de la calle. Sólo existían los latidos de nuestros corazones acelerados. ¿Es posible que para cualquier persona que se cruzara con nosotros no fuera más que un par de adolescentes que se besan? ¿Un beso común como los miles y miles que surgen a lo largo de un día?

Pero aquel fue diferente porque fue nuestro. Tuyo y mío.

Me tiemblan las manos como si fuera a verte nada más bajarme del autobús. ¿Qué haría si estuvieras ahí esperándome? Sólo pensarlo me inquieta todavía más. (Risa) Menuda tontería, ¿verdad? ¿Soy una tonta por imaginarte esperándome? ¿Por imaginar que me cruzo contigo como si fuéramos los protagonistas de una película?

He vuelto. Aún sabiendo que tú no vas a estar. Sabiendo que no voy a escuchar tu risa, que no me contarás cómo te han ido estos años frente a un café caliente y que no recordaremos con añoranza esa infancia y adolescencia compartida.

Sé que la vida se hace paso en direcciones que a veces no nos gustan. Como cuando nos creíamos inseparables y finalmente no pudimos serlo.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS