Mi calle no es la que me vio nacer, ni la que me vio crecer. No ha sido testigo de mis amores y desamores. Ni siquiera ha conocido mis hijas cuando aun eran pequeñas.Mi calle es una calle adoptiva. Sí. He adoptado una calle. Os explico.
En el año 1997, estando en mi país nativo, acepté entregar mi vida a un hombre de origen europea. Nos casamos sin demora y en dos meses, estaba viviendo en España. Con el pasar de los años, fui teniendo la certeza de que había firmado mi sentencia de cautiverio en una cárcel al lado de este hombre y su familia. Pero el destino es caprichoso y colocó en mi camino dos criaturas divinas. Por ellas, crié coraje y busqué ayuda. Poco a poco fui aprendiendo cuales eran mis derechos, en lo que se dice mujer y también como ciudadana española. También tomé conocimiento de todo que podría hacer con mi vida, una vez en libertad. Así pues, en el mes de abril del año 2017, dejé atrás las calles de mi infancia, de mi adolescencia y de mi matrimonio mal logrado y adopté una calle en Madrid.
No es grande, pero tampoco es pequeña. Tiene el tamaño exacto para albergar bloques de viviendas, con jardines con árboles adultos que proporciona sombra por verano.
Aquí, en esta calle, he conocido personas que comparten mi situación y también mi nacionalidad nativa. He hecho amigos, compañeros y hasta familiares he conocido.
Mis hijas, ambas adolescentes y estudiantes, me acompañaron en esta aventura y juntas criamos un hogar en esta calle con nombre de flor. Podría decir que vivo en un barrio macetero, donde cada calle es una flor.
Mi calle es peatonal y mi portal está entre dos bares, más allá está la frutería del indio y el bar del Tubo. Todos vecinos y amigos.
He adoptado una calle para volver a vivir, para poder reeducar a mis hijas, para crear un hogar.
Llegamos tímidas y temerosas de lo que podríamos encontrar. Hoy, dos años después, hacemos parte de este barrio macetero, como el que ha nacido aquí y queremos esta calle como nunca quisimos ninguna otra, porque fue aquí que encontramos la paz y la tranquilidad.
Esta es mi calle; Azucena, en el barrio de Las Margaritas.
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