El Pasar de los autos, la mayoría indiferentes, sus vidrios arriba y aires acondicionados encendidos, confort característico de la modernidad, contrastaban con el chico que limpiaba parabrisas en la esquina, vivía allí de seis a seis, hizo del sol y la lluvia sus amigos, del duro y caliente pavimento, que acariciaba la planta de sus pies, su compañero inseparable, con diez años de edad y con el compromiso de contribuir con la economía familiar, siendo el mayor de tres hermanos, perdía día a día su inocencia, su infancia y sus sueños, el cuidarse de los oportunistas que intentaban, con trampas o a la fuerza, quitarle las pocas monedas que algunos conductores le daban durante los treinta segundos que duraba el rojo del semáforo era ya una constante, mientras el tiempo transcurría y el sol se empezaba a ocultar en el horizonte, lo que le indicaba que era hora de caminar por aquella larga calle que tras dos horas de camino lo llevaba a casa para poder descansar y esperar un nuevo amanecer sin esperanza.
Un barrio pobre con pandillas, drogas y armas le esperaba y un ambiente hostil al cual llamaba hogar, un padre hundido en el Alcohol y una madre enferma sin atención, Jaimito como le decían en el barrio, a pesar de lo que vive día a día se le dibujaba una pequeña sonrisa cuando veía a sus hermanos y a sus compañeros de juego del barrio, un balón viejo y casi destruido en una esquina de su casa esperando su llegada para iniciar la partida del día, mientras su madre lloraba desconsolada tras la pelea rutinaria con su esposo quien tras cinco años de vivir entre alcohol y drogas se había descuidado totalmente de sus funciones de padre y esposo.
Mientras todo esto ocurría simultáneamente se escuchaban gritos y unos disparos en el barrio, quizá de nuevo había llegado la policía a hacer algún cateo o a capturar a más de alguno de los muchachos de la zona, ¿Quién habría sido en esta ocasión? el vecino de junto o quizá de nuevo su primo, tras lo ocurrido ya no había oportunidad de jugar con el balón.
Ese día no hubo muchas monedas y la cena apenas alcanzo para sus hermanos, el prefirió esperar al día siguiente para ir donde el señor de la tienda que siempre le regalaba algo para desayunar, tras la algarabía en el bario por los disparos hubo una apacible calma que fue interrumpida por una nutrida tormenta, el agua empezó a filtrarse por las múltiples goteras del viejo techo de su casa y empezó a mojarse el suelo de tierra, poco a poco se fue inundando todo el barrio debido a las colapsadas tuberías, las aguas se filtraban por debajo de las puertas y todas las pertenencias se empezaron a empapar sin poder hacer nada, tras la tormenta la familia entera empezó a evacuar el agua de cada una de las casas, luego de nuevo llego la calma, tras una noche relativamente común en temporada de lluvia, la familia se dedico a descansar donde se pudiera, buscando los lugares más secos para poder dormir un poco, el frío de la noche y la humedad hizo casi imposible el descanso esperado,.
Jaimito empezó a sospechar que las condiciones en que vivían era la causa por las cuales su madre tenía una tos que no le dejaba hacer prácticamente nada y el porqué ella escupía sangre. El día siguiente, tras un par de horas de sueño, se encontró como siempre con su amigo, el vecino quien ya con dos años más de edad que él siempre le cuestionaba el porqué iba a pedir dinero a las esquinas de las calles de la gran ciudad, insistía que las pandillas eran una verdadera familia y que habían formas más sencillas de ganar más dinero que limpiar parabrisas.
Es así como inició su vida dentro de una organización del bajo mundo que se dedicaba a extorsiones, robos, ventas de droga y armas, tras su rito de iniciación comprobó que el ser humano es frágil y que una pequeña arma puede acabar con la vida de quien fuere, y que en ese mundo la vida no vale nada, luego de 5 años delinquiendo el miedo le embargó y llegó a pensar en un momento abandonar esa clase de vida pero es un tema que no tenía cabida dentro de las pandillas, el abandonarlas era causal de muerte, fue así que conoció a un traficante de personas y decidió emprender un viaje, el famoso sueño americano, se despidió de sus hermanos a estas alturas su madre había muerto de tuberculosis y su padre aun con problemas de vicios, partió a cruzar clandestinamente países extraños para lograr un destino diferente del que le esperaba en su patria.
Tras largos meses de caminatas, huídas, escondites y sobresaltos llegase al último tramo para alcanzar su objetivo, pero la vida le tenía una sorpresa mas, fue capturado y enviado deportado, luego de llegar nuevamente a su barrio, sin estudios, sin oportunidades en una sociedad que no tenía nada que ofrecerle, regresó a hacer lo que mejor sabía, para poder subsistir y tratar de sacar a lo que le quedaba de su familia de su dura realidad. Jaimito ahora apodado el Zombie es uno de los más temidos líderes de pandilleros de su país, buscado por la policía vivo o muerto, por delitos varios como violaciones, secuestros, asesinatos y extorsiones. Un destino preconcebido u obligado al que muchos están amarrados desde su nacimiento, una realidad social que se puede cambiar pero no se quiere.
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