Hoy caminando por la calle, con un poco más de tiempo a lo habitual, observé con mucha claridad, situaciones que en lo cotidiano se pasan por alto. Solo por un par de horas no seguiré la corriente, no correré tras el microbús, o el subterráneo.
La mustia calle de siempre se presentaba más colorida. Con las grandes tiendas modeladas, llenas de luz y tonalidades agradables. También se apostaban las pérgolas itinerantes y el aire se perfumaba a rosas y sienas frescas.
Dos hermosas jóvenes, caminaban raudas al gimnasio, tratando de adivinar si el nuevo personal trainer, que es muy guapo según sus palabras, era o no gay.
Un grifo mal cerrado se convirtió en un pequeño oasis, para las palomas, zorzales e inclusive los desconfiados gorriones, quienes en su lenguaje se daban las buenas nuevas del día.
Después de mucho tiempo pude servirme un café con medialunas, en un local llamado El Café de Marta también pude leer incluso la crónica matutina, en donde las paginas rosas, indicaban que una desconocida modelo demandaba en tribunales a otra muy conocida por insultos con publicidad tras una pelea en una discoteca.
Y en la última hoja, se informaba la detención de un señor Diputado. Quien para variar hacía noticia fuera de donde debiera hacerla, tras protagonizar un curioso incidente junto a su pareja, este en su defensa aseguraba que no estaba ebrio, solo con unas copas de más, pero no desnudo.
En realidad debo confesar que no necesitaba desayunar puesto que ya lo había hecho, sino que el motivo de mi visita era tan solo poder mirar los hermosos y coquetos ojos de Marta.
Los ropajes largos y pesados daban lugar a ropas más livianas, dibujando discretamente las generosas siluetas femeninas.
Luego, encontré un trío de hombres semi-calvos, hablando acerca de un nuevo producto muy prometedor recién llegado al mercado, aunque dejaba algo hirsuto los nuevos retoños, era mejor que tener la azotea limpia, indicaba uno, en tanto el otro estudiaba la posibilidad de un nuevo bisoñe.
Tras mi larga y distendida caminata el tiempo libre se me había acabado, por lo tanto me inserté nuevamente en modo automático en el transporte metropolitano, como uno de aquellos seres anónimos, con cara de pocos amigos, preocupados solo por lo que ocurre en la palma de nuestras manos, mejor dicho en nuestros móviles, el mundo estaba a tan solo un click de distancia.
Sin embargo, mi atención la captaba una joven madre, y su pequeño, el cual se reía a carcajadas de un simple mono de trapos que tenía en sus manos.
Por el alto parlante se escuchaba la próxima parada, en ese momento entendí que pude ver la luz al final del túnel…
>>FIN<<
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