Se buscan y se encuentran, no importa el sitio ellos lo convierten en un lugar maravilloso, las reuniones siempre prometen risas, anécdotas y recuerdos lindos.
Hablan todos juntos y todos se escuchan, las risas contagian y las horas pasan tan deprisa como una ráfaga de viento en la cara, el contacto físico es latente, la mano en el hombro o la palmada en la espalda, la caricia en el pelo o la mirada sonriente, ellos nunca pelean, pero existe la opinión de un tema en el que todos participan con felicidad.
Llegó diciembre el mes de la Navidad y todos se preparan para las tradiciones que comienzan a rodar desde el cumpleaños del abuelo, un 27 de noviembre de cada año, dan el comienzo hacia la recta final que será en Nochebuena.
Andrea, se encarga como cada año de repartir la tarjeta de cada integrante, este año serán 18 adultos los que participarán, dejando a los niños con su ilusión intacta de Papá Noel, otra tradición a cumplir, alguien se pondrá el traje y llevará el regalo en su enorme saco rojo.
Volviendo al momento más esperado, cada uno escribe en su tarjeta que lleva su nombre, tres opciones de regalo que le gustaría recibir pero sólo uno se hará realidad y las cláusulas son pedir: un regalo caro, otro accesible y otro intermedio, pensando siempre en el gasto económico a realizar.
Una vez completada cada tarjeta van a una urna y cada integrante sacará a la vista de todos pero a escondidas sabrá quién será el que reciba el regalo de su parte y el afortunado descubrirá recién el 24 a la noche quién fue el responsable de cumplirle el deseo, deseado.
Todos aceptan los términos y condiciones del juego más esperado de la Familia, todos saben del sacrificio y mérito que cada uno hará por comprar y cumplir con el otro.
Por fín ya es 24 de diciembre y uno a uno van llegando, que por cierto no les conté cómo está integrada la Familia Sosa, son cuatro hermanos con sus respectivas parejas e hijos y el abuelo, que hace 4 años quedó viudo, ya que el núcleo más importante que era la abuela partió de esta vida con unas alas gigantes de mariposa para sobrevolar el cielo más azul que haya visto.
Todos pasan la puerta de la vivienda que cada año tiene su turno, un año toca en la casa del abuelo, y en los años siguientes uno a uno de cada hermano, primero en la del mayor, luego a la segunda, después al tercero y por último a la menor.
Este año es en lo de Andrea la menor de los hermanos, su casa es la anfitriona que está adornada de verde y rojo, todos esperan tener una Nochebuena impresionante, el arbolito se va llenando de regalos, la mesa se va ocupando con alboroto, la música va armonizando, y las risas comienzan a aparecer.
La cuenta regresiva de 10.9.8……… no se hace esperar cuando faltan esos segundos interminables para que todos griten y las copas choquen en un ensordecedor FELIZ NAVIDAD !!!
Besos van y besos vienen, abrazos que parecen interminables y niños que corren afuera para ver las luces que hacen encender el cielo, luego que todos entran nuevamente se acomodan alrededor del árbol y los dueños de casa comienzan a leer cada regalo con su tarjeta que lo identifica para hacer entrega del tan ansiado presente.
Las caras tienen esas transformaciones indescriptibles que trataré de describir; la sonrisa al abrir el regalo, la sorpresa de verlo por primera vez, la mirada de detective que le lleva unos segundos en descubrir quién habrá sido su «Papá Noel Invisible», nombre que así le dió por primera vez la abuela y se hizo tradición en la familia que lleva más de 25 años y por último la cara de felicidad por culminar la fiesta más linda en el abrazo de quien fue esa noche su portador de la magia Navideña.
-Yo fui tu Papá Noel Invisible !!!!, frase que espero con ansias decir cada año.
FIN.
ANDREA SOSA
«Familia Sosa»
2017
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