Nací de la misma manera que tú

sobre un mundo donde todos somos diferentes.

Mi madre me amó con la pasión ciega que entrega quien regala la vida.

Mi padre me amó con la pasión ciega de quien se sabe responsable de esa vida que llora entre sus brazos

a pesar, ambos, de su mueca torcida por las circunstancias.

Circunstancia de una entre mil.

El síndrome me lo diagnosticaron el primer día

al segundo día yo ya reía, todo yo hecho de ojos y boca.

Me alimentaron con tus mismos alimentos

me vistieron con tus mismas ropas

me acunaron con tus mismos cuentos

pero crecí con mi mismo cuerpo

ese que traía defectos.

En el colegio me sentaron el primero

en el patio me camuflé con mis compañeros.

Cuando los niños me preguntaban por qué era diferente

yo contestaba, si acaso ellos no lo eran también.

Me miraban, lo sopesaban y sonreían ellos también.

Entonces me tocaban

así despacio, como a un objeto de gran valor.

Me caes bien. Me decían.

Y mi red de amigos crecía.

Enumerarlos sería prodigo

diré tan solo que los había distintos y también diferentes

pero que siendo niños e inocentes

jugamos indiferentes.

En el instituto comencé a fijarme en las chicas

había tantas y tan distintas

que pensaba compungido

que el mundo era pura hermosura.

Y yo con mi sino.

Uno de mis amigos

uno de tantos que tenía

me presentó un día

a una hermosa y única como todas las que había

pero ésta era mía

o yo suyo

que nunca supe en qué orden se escribe ese registro.

No lo fue desde el primer día

no se confunda su señoría

la cosa vino con el transcurrir de unos encuentros.

El juego fue más que menos así:

una mirada furtiva

una sonrisa camuflada

una sonrojes destapada

aquí un café

y una mañana una mano que vuela alada a posarse en su gemela

tierna criatura de la dama.

De caricias estuvo sembrada nuestra vida

con los labios

con las miradas

las hubo de manos

de palabras susurradas

incluso nuestros sexos nos acariciamos en un arrebato de noche desenfrenada.

Linda la muchacha que no me dio hijos porque nuestro Down no lo propiciaba.

Joven guapa simpática y algo bobalicona en el comparativo mayoritario que domina esta tierra tan poblada

de la que tú, amigo, al que escribo estas líneas póstumas

pensaste que no había cabida para tan diversas almas y decidiste llevarte a unas cuantas.

Tu expiación fue rápida

no sé si premeditada cuando menos sí no fue acertada.

Disculpa que te diga

esperando que lo tomes a bien, viniendo de alguien a quien muchos llamaron tonto

que no estuvo bien lo que me dicen que hiciste.

No te juzgo como tú no me juzgaste a mí

quizás por no haberme conocido

pero si te sentencio a reflexionar sobre tu barbaridad

porque yo nací con una diversidad que me impidió ver el mundo con ojos que no estuvieran bañados de una inocencia implícita

y a ti no te fue dado ese don y tuviste que vivir una vida cruel de privaciones

en la que careciste de valores

esos valores que buscaste en el convencimiento de un mundo mejor más allá de este planeta tan diverso

por el que te convenciste que matando se vivía.

Lástima de decepción que te habrás llevado muriendo, porque me consta que viniste detrás de mí

Porque yo ya estoy aquí y sé que aquí es igual que allí, uno se llega con lo puesto para no vestirse más que con lo que su vergüenza le haya permitido cargar en el trasiego de una muerte allí a una estancia aquí.

Puede que mañana cuando tu cuerpo haya sido autopsiado y entres en este nuevo reino sin príncipes ni valquirias nos crucemos, para que me conozcas y nos paremos y hablemos, yo soy el chico simpático que a todos regalaba una palmada comprensiva, ese que tú atropellaste el primero, bajando como un kamikaze por la Gran Vía en nombre de un ideal al que te tenías que agarrar para ser comprendido y admitido en un mundo donde priva la diversidad en cada vida.

Ahora amigo, permíteme que me despida en la esperanza de que esta mi carta te dé la bienvenida a este nuevo mundo al que te trajo el disparo de un policía, yo he de dedicarme unos minutos a despedirme de una hermosa chica, que se convirtió en mi familia como yo ahora me ofrezco para ser la tuya, revestida de una piel que en estos momentos se siente un poco fría, porque como es que envuelve el cuerpo de un ángel, de las cosas mundanas que pasan en la tierra no entiende mucho y le debe estar costando comprender por qué a día de hoy, es viuda con tanto que me quería.

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