Hoy 03/11/2017…
Me detengo a pensar que hubiese sido de mi vida sin ti, sin todo lo que viví contigo, sin tus besos, sin tus risas, sin tus ojos, sin tus manos, sin tu cuerpo, sin tu forma de ser, sin tus enojos, sin las peleas (que eran muchas por cierto); Siento que te amé con todo mi ser, con mis entrañas, sentía y creía que la vida sin ti no la podía continuar, hoy hace casi 4 meses que ya no estamos juntos, pero todavía nos hablamos, en ocasiones nos hemos visto y bueno… Ya no es lo mismo, sinceramente ya no siento amarte, tengo rencor dentro de mí, rabia, ira, siento que jamás podré perdonarte ni perdonarme muchas cosas, esta es la hora en la que no se de quien fue la culpa, intento no culparme de todo, pero tengo claro que mis errores fueron muchos, que el dolor que te cause fue demasiado, soy consciente de que la que empezó muchas cosas fui yo, como golpearte, tratarte mal, en fin, no me justifico, pero mi problema de agresividad es muy grave y lamentablemente tú fuiste el que tuvo que lidiar con esas cosas, creo que jamás tendré la valentía de aceptarte mis errores en persona, me parte el corazón el haber sido así contigo, hasta tal punto que tú te volviste igual, supongo que yo te volví igual, empezaste a responder mis golpes, mis insultos, a no aguantar mis berrinches, mis caprichos…
Nunca tuve a mi papá biológico a mi lado, nunca recibí un golpe de él, al menos físico, solo recibí rechazos y malas palabras, que por cierto han sido muy pocas…
Me acostumbre, me acostumbre a tus gritos, a tus malas caras, a los golpes que no eran golpes como decir un puño o cosas así. Maltrato físico, llaves, que me ahorcaras, que me metieras los dedos a la boca sin razón alguna, que te sentaras en la sala a esperar la comida o te acostaras a dormir, a que llegaras a la casa de mi familia y sitios donde estaba con mis amigos a hacer malas caras, a irme de allí por ti, a tus gritos, a subirme al carro y que manejaras como loco y discutieras con la gente porque alguna cosa no te gusto, a que me gritaras, a tu cara de odio hacia mí, me acostumbre a los malos ratos y a los malos tratos…
Tal vez si hubiese hecho las cosas de diferente manera ¿Tendría un buen hombre a mi lado? O simplemente así eras desde siempre y no me habías mostrado tu verdadero ser… Preguntas que jamás tendrán respuesta.
No me arrepiento, no me arrepiento de nada contigo, porque aprendí a no dejarme de las personas, aprendí a querer y a quererme, aprendí a perdonar, aunque a ti aun no y no tengo idea de cómo hacerlo, aprendí que todas las personas llegan a nuestra vida a enseñarnos algo, a ser más fuerte, a asumir las cosas con más madurez, a creer en mí y a darme mi lugar.
Me sentí amada, querida por alguien por una muy buena persona y un muy buen hombre, porque a pesar de todo esas cosas nadie te las quita, llegue a conocer todas tus fases, no sé qué tan bueno haya sido conocer la peor de todas.
Hoy ya no estamos juntos, ya no estas a mi lado, ya no estoy para molestarte la vida, para preocuparme por ti, ya no están los maltratos, las malas caras, los momentos incomodos, solo quedan recuerdos, un grande rencor pero también quedan palabras que se quedan en pensamientos, de agradecimiento. En mi mente siempre estaré agradecida contigo, por miles de cosas, pero en especial por una que no olvido y es el hecho de estar a mi lado cuando por poco la vida me gana la batalla, cuando quería tirar la toalla, aparte de mi familia, fuiste tú quien me dio la fuerza para continuar, cuando por poco me da un infarto o muerte súbita, llegue al hospital con 235 PPM (pulsaciones por minuto), estuviste desde el inicio tomando mi billetera mientras yo me bajaba del taxi a pedir ayuda, a pedir que me tomaran signos vitales, estaba asustada, muy asustada, pensaba miles de cosas, de mi mente no salía que mi madre estaba en casa alcoholizada y no podía ir a verme, pensaba en mis abuelos, en que no les pasara nada cuando se enteraran que estaba en un hospital a punto de morir, también pensaba en ti, en que necesitaba verte y que me tomaras la mano dándome las fuerzas que sentí ya no tener, cuando te vi, estaba en sala de reanimación con médicos y enfermeras a mi lado, las puertas cerradas, yo desnuda y conectada a cables mientras todos corrían a salvarme y tú, en las pequeñas ventanas de la puerta, a penas te veía, con esa cara de preocupación, llorándome, pensando que podías hacer y sintiéndote impotente, mientras los médicos me decían que todo estaría bien, que yo era muy fuerte y tenía que salir de esa situación. Me reanimaron, me suministraron un medicamento bastante fuerte que me paralizaba el corazón por unos segundos para estabilizarme, mis ojos se pusieron hacia atrás, mis piernas y mis brazos se encogían, grite y solo pensé, hasta acá llego todo, hasta acá llego mi vida; pero no, vi la cara de satisfacción de los médicos y enfermeras, en ese momento supe que mi corazón era muy fuerte y que había salido de esa horrible situación.
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