Era el año 2006, no recuerdo exactamente el mes, yo tenía cinco años en ese entonces y fue cuando mama decidió mudarse, para ser exactos no fue su idea hacerlo, sin embargo lo hicimos con gusto pues iríamos a vivir con los abuelos.

¡Me encantaba estar con ellos! Siempre me consentían y me hacían de comer. Recuerdo muy bien el día en que llegamos, era una casa muy pequeña, el techo era de lámina, las paredes de ladrillos, el piso de cemento y las paredes tenían un sutil tono azul, solo había una ventana, no tan grande pero no tan pequeña y se dividía en dos cuartos, la cocina y donde estaban las camas. Al entrar Tito y Tita ya nos esperaban con la comida en la mesa y nuestra cama tendida. Me acostumbre al espacio y a la falta de privacidad porque para mí era más importante convivir con mi familia.

Todas las mañanas Tito me despertaba tapándome la nariz y jalando el dedo gordo de mi pie derecho, cuando me paraba de la cama Tita ya me esperaba con un vaso de leche con huevo y chocolate. Mama se iba a trabajar desde temprano así que al despertar ella ya no estaba, y Tito se iba a atender su puesto. Yo iba a la escuela y mi abuelita me iba a recoger, siempre me compraba un dadonino congelado bañado en chocolate y granillo, de ahí pasábamos al parque y no la pasábamos platicando, ella me contaba de su juventud y el como conoció a mi abuelito y yo le contaba de mi día en la escuela. Al volver a casa hacíamos la comida y para cuando terminábamos ya habían llegado de trabajar.

En 2008 mi abuelito se fue a Estados Unidos y a partir de ahí las cosas cambiaron un poco, se notaba que Tita lo echaba de menos, pero por mí no lo demostraba. A mí también me afecto su partida pues para mí, Tito era mi papa ya que el señor que me dio la vida decidió que no quería conocerme y se fue antes de yo nacer. En fin, de cualquier forma mi abuelito ya estaba demasiado lejos para abrazarlo para o darle un beso antes de dormir. A veces pensaba que se olvidaría de mi o dejaría de quererme, pero siempre fui su consentida.

Un año después Tita también se fue y me llevo con ella, ese día nos vestimos igual, pantalón café, blusa blanca y zapatos negros, pero en el avión le vomite el pantalón y tuvo que cambiarse, cuando llegamos al aeropuerto ya no estábamos vestidas igual pero Tito ya nos estaba esperando junto con mis tíos. Yo creí que ella se enojaría conmigo pero siempre me tuvo mucha paciencia, ni mi mama me aguantaba tanto como ella, incluso me defendía de la chancla de mi mama y cantaba cuando me iban a vacunar para que no llorara.

Vivimos dos años en estados unidos y mama fue a vernos en julio de 2011, en esas vacaciones paso algo curioso a lo que no tomamos importancia. Tita agarro el control de la televisión y se lo puso en la oreja como si fuera un teléfono, pero cuando se percató que no era lo que pensaba nos comenzamos a reír las tres dejándolo pasar de largo, no esperábamos que esa situación que parecía sin importancia se transformaría en algo peor.

Volvimos a México los cuatro y Tita trajo dólares con ella pero no para gastarlo, lo guardaba, siempre le gusto guardar el dinero, pero esta vez fue diferente porque tenía la idea que alguien se lo quería robar y lo escondió en la máquina de coser que tenía debajo de la mesa, pero lo cambio de lugar en la noche. Al día siguiente busco su dinero en la máquina de coser y ya no estaba ahí, acuso a Tito de robarlo y como él no lo había hecho acuso a mi mama, todos se gritaban y terminaron corriéndonos de la casa, pero nunca nos fuimos porque Tito no quería que nos fuéramos, lloro y nos pidió quedarnos, después tita encontró su dinero y fue cuando recordó haberlo movido de lugar. Nos pidieron disculpas y pasó el problema por esa ocasión, pero surgirían nuevos problemas.

Un año después le diagnosticaron alzhéimer a mi abuelita y la enfermedad se desato demasiado rápido, ella ya no podía comer, vestirse o ir al baño por sí sola, no podía ni platicar conmigo, extraño esas conversaciones que teníamos, extraño las historias que me contaba antes de dormir, extraño sus canciones, sus consejos y sus ganas de vivir. Me duele mucho no tener la misma paciencia que ella me tuvo a mi desde que nací. Una de las veces que la lleve al baño, al ya no poder limpiarse sola yo la limpio, pero esa vez cuando la estaba limpiando se hizo del baño parada y me enoje demasiado, le grite pero enseguida me calme Una de las veces que la lleve al baño, al ya no poder limpiarse sola yo la limpio, pero esa vez cuando la estaba limpiando se hizo del baño parada y me enoje demasiado, le grite pero enseguida me calme y le pedí una disculpa, ella no se merece eso, ella me aguanto, ella no me grito cuando vomite su pantalón, y me sentí la peor persona del mundo, pero me desespero muy rápido.

A veces ya no se acuerda de quien soy, hay veces que no quiere que me acerque a ella, pero hay días con suerte en los que se acuerda de mí y me abraza, incluso está comenzando a olvidar a mi abuelito, ya no lo quiere besar como solía hacerlo todos los días, vive temerosa de nosotros y en 2015 salió de la casa y no supo volver, se perdió por dos días hasta que los policías la hallaron.

Hasta la fecha sigue empeorando, y me duele no poder ayudarla, solo queda cuidar de ella.

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