El verano ha llegado y el calvario se empieza a sentir. La comunidad prepara estrategias para ahorrar el agua y el pronostico de las abuelitas dice que este año será más caliente.

Es día de lavandería, una mujer e hijos emprenden un viaje al río más cercano. Para la fecha lucen traslúcidos y su caudal es el oasis para la diversión, a lomo de mula llevan la carga de ropa para lavar y horas más tarde llega su esposo a almorzar.

Es una mujer campesina, sus manos lucen maltratadas, no lleva uñas de color, ni nada que se acerque a un día de Spa, su piel es ajada por el arduo trabajo y las liosas horas de exposición al sol.

Mientras ella adelanta sus labores con la ropa, los niños chapotean cerca bajo la mirada vigilante de su amorosa madre. El niño sueña con ser astronauta y su hermana con ser medico pediatra y tener una casa para llevar allí muchas mascotas, pericos y perros que hagan ruido todo el día.

A la distancia la olla ha empezado a hervir, la comida ya casi esta lista y la ropa es extendida por toda la zona, una roca ha sido puesta sobre cada prenda para evitar que el viento se la lleve.

Los niños no muestran ni una sola señal de agotamiento y solo salieron del agua para comer y aunque les han dicho que solo pueden regresar hasta pasada una hora, se fueron deslizando lentamente, aparentando jugar hasta llegar de nuevo al agua.

-«Son unos traviesos». Dijo el papá mientras sonríe al ver como juegan.

De regreso al humilde hogar las labores deben continuar, los niños alimentan los conejos, Alicia prepara la cena y Reinaldo alimenta los caballos y las vacas, ya cuando toda la familia ha cenado caen rendida a la cama.

La casa más cercana se encuentra a 500 metros y al exterior de la humilde morada el viento sopla fuerte y las temperaturas bajan de manera drástica. Toda la zona suele ser un territorio que emana tranquilidad, variedad de colores, alimentos frescos, dos climas en todo el año, animales que viven en completa armonía con el hombre y aislados del consumismo urbano se vive en plenitud.

Entre las paredes se esconde un aterrador animal que al llegar la noche suele hacer su entrada triunfal, los grillos son parte de la estructura del lugar y un melódico concierto empieza a resonar.

Rio abajo se encuentra la urbe y capital del departamento, en aquel agitado lugar las familias como la de Alicia y Reinaldo son consideradas torpes, analfabetas y solo sirven para trabajar como animales de carga. Los altos gobiernos consideran que los recursos destinados a la educación para escuelas rurales son una perdida de dinero, tiempo y esfuerzo y deben ser entregados a las personas de la capital, donde se forman los futuros líderes del país.

Mientras que el respetado, educado y diplomático gobierno legisla y excluye a los campesinos de sus grandes urbes, Alicia y su familia siguen viviendo a plenitud en el lugar seco de verano y lodoso de invierno.

Cada invierno la vereda es una explosión de vida, el agua no hace falta y aun cuando los niños llegan a sus escuelas con lodo hasta los ojos, ríen de sus aventuras sin parar de soñar e imaginar sus propios mundos, en los que seguramente contemplan no alejarse del escenario en el que viven su propia y épica realidad.

Cada día sin importar el mes del año una fruta fresca y lista para ser tomada del árbol coquetea con los lugareños, no importa en que propiedad se encuentre, el producto puede ser tomada y consumido sin alterar la tranquilidad, o ganancias de su legitimo propietario o cultivador.

Dentro de sus costumbres analfabetas se contempla saludar de manera respetuosa a todo aquel que se cruce en su camino y del mismo modo despedirse, dar las gracias, pedir permiso, escuchar a los mayores y cuidar de ellos.

No hablan como los exclusivos residentes de las capitales, tampoco lucen limpios las 24 horas del día, viven y conocen de los animales en su más puro estado y respetan la vida sin importar la forma que adopte, ademas de tomar de la tierra solo aquello que se necesita.

Alicia y su familia no viven río abajo…

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