Era un día martes, una cálida mañana, tan cálida como los recuerdos del alma, recuerdos de aquellos días felices antes de aquel terremoto del 85 borrara la sonrisa de la cara, sentimientos encontrados, corazones tristes de quiénes año con año recuerdan a sus muertos. Aquellos niños que hoy serian adultos, aquellos estudiantes que bajo los escombros de las aulas, hoy serian profesionistas, quizás doctores, profesores o un buen ciudadano. Aquellas jóvenes enfermeras que hoy serian madres y que cuidarían con tanto amor a sus hijos, como lo hacían mientras aquella tragedia pasaba.
Aquella desgracia que marcó a México para siempre, dicha herida que tras el simulacro cada día se hace latente. Era un 19 de septiembre de 2017, todos atentos a la indicaciones, como suele ser algo mecánico. Horas después, la historia volvió a repetirse, un terremoto de más de ocho grados, otra vez la misma tragedia, México nuevamente bajo escombros y llanto. Muerte, miedo, tristeza, impotencia y reclamo. Personas corriendo, tan distintas, tan indiferentes y a la vez simpatizando con el dolor de la persona de alado, uniéndose en uno solo como mexicanos.Por todos lados temblando; como tiemblan los corazones cuando se esta desolado con el temor a perder todo… La vida misma en un instante.
En un segundo la vida se va de las manos, segundos que se hicieron eternos mientras aquello pasaba, unos oraban por su vida, otros yacían entre el polvo, sin tiempo de salir, sin oportunidad, esa que hubieran deseado tanto para hoy estar aquí.
México entre los escombros, polvo y cenizas, perdiendo mucho, pero ganando tanto: la solidaridad de su gente, el amor al semejante que en estos últimos días, ya se había olvidado.
Este terremoto nos vino a recordar lo frágil que somos los humanos, tan frágiles como los potentes edificios derrumbados, a otros a reconciliarse con el hermano, y a la humanidad, a enfatizar que con la madre naturaleza jamás podremos compararnos. Aquello nos demostró la unión de los mexicanos, niños con su inocencia y entusiasmo ayudando, ancianos con sus limitadas fuerzas apoyando, mujeres duramente trabajando, diferentes países manifestándose,enviando la ayuda que nuestro gobierno no estaba dando, hasta el mejor amigo del hombre el perro estaba rescatando.
Y es que,… cómo no doler México! si lo que estas pasando, desgarra el alma, entristece y da rabia, tantas vidas inocentes, tantas perdidas materiales, mas pobreza para mi gente, miseria para los ancianos, aquellos que perdieron todo y que será difícil recuperarlo, pues en nuestro país se lleva toda una vida construir algo.
México lindo y querido me demuestras a diario, que si no te derrumbas, es por la bondad de tus mexicanos, que no te ayuda quien tiene si no el que es humano y que de eso esta muy carente tu gobierno y sus diputados. México me enseñaste que no hay país tan más solidario, que nuestra labor es ayudar al hermano pero sobre todo que lo bueno siempre superara a lo malo y que muchos nos sentimos orgullosos de ser MEXICANOS!
ARIANA CASTREJON RADILLA
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