Solo me habla de playas con arenas blancas, del Teatro Antico, del Etna. Se imagina dorada por el sol, sus pies besando el mar cálido.
Ahora recuerdo la lata de galletas donde Ana ahorraba con paciencia dinero para nuestro viaje, la misma donde dejó encerrados trozos de su memoria.
-Fin de la visita,-dice la enfermera.
-Un gusto, señor – se despide Ana sonriendo.
La observo alejarse cada vez más de mi vida con pasos desvariados . Hace años que mi madre se fue de viaje sin mí, pero no lo sabe.
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