―Dime, Nasrudín ¿has encontrado lo que buscabas en tu viaje?
Nasrudín explicó orgulloso que había alcanzado la sabiduría y ya era consciente en todo momento de lo que sucedía a su alrededor.
Cuando dejó de hablar, el viejo le preguntó con aire inocente si llovía cuando llegó a su casa.
―Sí, maestro.
¿Y recuerdas dónde dejaste tu paraguas, a la derecha o la izquierda de tu abrigo?
El joven enrojeció por no poder responder y decidió quedarse otros siete años a aprender con el viejo maestro.
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