Algunas noches en que la casa duerme y yo no puedo, subo imaginariamente a un tren que parte desde Bergen al municipio de Ål. Sus vías húmedas se abren paso en las entrañas de la tierra hasta descubrir los blancos valles, sus casas de nata. Lenguas del Mar del Norte flanquean a tramos las orillas del raíl; en ellas navegan mis pensamientos de cola plateada. Me dejo ir por vías eternas mientras un rumor de tren susurra en mis párpados…
Al despertar, la casa ya me espera, con su luz nevada.
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