A tus 35 años ya le habías dado la vuelta al mundo en 80 días, viajado en un barco ballenero y peleado valientemente durante la Guerra Civil Española. Sin embargo, anhelabas salir y ver las luminiscencias en el cielo ruso, envolverte en las maravillas del Círculo Polar Ártico.
Juntos soñábamos y planeábamos esa aventura, imaginando el tren que tomaríamos, los blinis que probaríamos, el amor que compartiríamos.
Despertamos de ese sueño; te fuiste a otros viajes pero yo me quedé aún con éste.
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