Alguien me dice, en un sueño breve que se repite noche tras noche: “Allá es Paris”. Lanzo mi mirada hacia el horizonte y descubro a la distancia la ciudad anhelada. Pero el sueño se interrumpe y no logro recorrer los puentes del Sena, subir a la Tour Eiffel, entrar al Louvre, tomar un café en el Barrio Latino. Siento dolor por lo no alcanzado en mis sueños pasados pero inmensa felicidad en el que estoy pues soy un flaneur gozoso de la Ciudad Luz, a pesar de mi esclerosis múltiple. Bendito Dios.
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