Nunca pensé que mi más fiel compañero para este viaje sería mi mochila, con un saco de dormir, una libreta, cien euros en la cartera y mi identidad. Es la primera vez que no tengo billete de vuelta y que no he organizado nada para llegar. Dejaré todo aquí junto a mi estrés, mi organización y esa gente que me hace enloquecer. Esta vez las cosas saldrán solas, no hay reloj, no hay prisa… No hay billete de vuelta. Voy a vivir, pero esta vez, de verdad.
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