Miro a mi hija jugar en el salón. Si todo va bien, en un mes será el salón de mis padres al otro lado del mundo. Mi pequeña, de seis años, conocerá a sus abuelos. Si mi ex marido lo acepta, la niña podrá viajar. Con mis padres sólo hablamos del posible viaje. Los abuelos están tan ilusionados que ya están ahorrando para llevar a su nieta al acuario. Yo temo sentirme extranjera en mi tierra. Mi hija juega, inconsciente de que, si todo va bien, en un mes estará en la otra punta del mundo.
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