Papá, próximo a cumplir sus 82 años, tiene un único sueño: conocer Cancellara, la tierra de sus antepasados.
En el salvapantallas oscilan
fotos de un pueblo pequeño, el castillo medieval, casas de piedra y techos rojos, canteros llenos de flores y ese trazado desconcertante que es su principal encanto.
Antes de dormir repasa una vez más el paisaje y memoriza itinerarios.
Él nunca ha viajado pero sueña. Y sus sueños lo conducen por las calles caprichosas de un pueblo que añora sin conocer.
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