Después de todo me sentí aliviada. Había dado con la tecla para despertarte de ese letargo que te tenía atrapado, y yo, elegí rescatarte y no dejarte caer. Una decisión muy presurosa dada la difícil situación que viví durante meses, pero tenía que hacerlo por el amor que por ti sentía.
Pasa el tiempo, los días, las semanas y mis emociones van cambiando. Comienza de nuevo un viaje interno por no recordar, por no caer en el abismo del recuerdo y ver mi vida irse con ello.
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