Alma y raíz
Y llegó el día de la partida, incuestionable momento entre el hábito y hálito.
La exuberancia de la vegetación marina, emerge sobre el oleaje fatídico en el día de no retorno.
Cómo evitar una respiración contenida, la sobrecogida abrupta del tórax y el ritmo acelerado del corazón?
Preparo el macuto con lo justo para no volver. En realidad, nunca salí de allí…
Busco el marco incomparable de sus ojos azules, aquel remanso en el que me sentí flotar y del que hoy sólo queda una huella.
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