Mirar las calles y sentir la vida que en ellas hubo.
Reconocer ese olor a hogar y sin más suspirar.
Hacer las trayectorias que tantas veces hemos soñado.
Sentirme allí pero estar tan lejos.
Salir y gritar que algún día pisarás el suelo sobre el que ahora descansan mis pies.
No querer crecer para poder volver a la ciudad de tus sueños, al amor que te espera, y a tu familia que aguarda.
Una vida para entender el por qué de tan solo soñar, pero soñar en mayúsculas. El afán infinito de viajar.
III El viaje que aún no he hecho
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