Crowell era maestro de escuela en Pittsburgh, Pensilvania y también entrenador del equipo juvenil de fútbol americano en aquel lugar. Hoy se encontraba a miles de kilómetros navegando sobre el canal de la Mancha a bordo de uno de los cinco mil barcos que desembarcarían esa mañana en las costas de Omaha en Normandía. Las esperanzas se fueron con él junto con la inviolabilidad de la vida, y el equipo esperó su regreso como aquel perro que anhela a su amo detrás de una puerta.
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